Ecos de la Diada: es la progresividad, estúpidos.

Querido hijo,

Con rabia y tristeza te escribo ya que si hoy estamos así es por culpa de la indignidad de unos y la cobardía de los otros. Y es que, algo aparentemente sencillo de explicar y entender, es desoído por unos y olvidado por otros.

Ya sabes, hijo mío, que en estas páginas no me gusta tratar de cuestiones políticas dada la incapacidad de nuestro país de escuchar al que no piensa como uno mismo, pero resulta que, ante la cerrazón de los unos y la sordera de los otros, he pensado que sería conveniente dejarte unas breves líneas para tu consideración. Ya me voy haciendo mayor y ya tengo la piel curtida frente a la indiferencia o la burla. Y, además, hijo mío, como ciudadanos, tenemos el imperativo ético formulado por mi admirado Edmund Burke de que, ante la adversidad y el mal, debemos dar un paso adelante y abandonar la cómoda indiferencia: “todo lo que es necesario para que el mal triunfe es que los buenos hombres no hagan nada”.

Me explicaré.

Nos guste o no, la realidad es que, siendo iguales en dignidad y valor todas las personas (a los ojos de Dios, como diríamos), en nuestras sociedades, se mantienen las desigualdades entre los hombres. En principio, salvo excepciones, todos coincidimos en afirmar que dichas desigualdades son indeseables. Por ello, para su eliminación o mitigación, se buscan soluciones en los diferentes ámbitos de los hombres.

En este contexto, en el ámbito del bien común (lo público), se introdujo el concepto o mecanismo de la progresividad.

Como en su momento estudiarás, un principio o rasgo fundamental de nuestro sistema tributario es la progresividad. Por si nadie te sabe dar la referencia, en el momento que escribo, ello figura recogido en el artículo 31 de nuestra Carta Magna, la norma básica y fundamental que casi todos han decidido obviar o esconder.

Seguramente, te preguntarás que ¿qué es esto de la progresividad? En palabras llanas: aquel ciudadano que más tenga, no sólo deberá contribuir más al sostenimiento de lo público (la res pública), sino que deberá hacerlo en mayor proporción. O sea, si uno tiene 100 y contribuye con 10, aquel que tenga que 200 deberá contribuir con 20 y algo más.

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La finalidad de este principio es que la carga tributaria, es decir, el peso de la recaudación caiga en mayor grado o proporción en quienes tienen más recursos. Creo que, en apariencia, este principio es bueno y saludable, y por eso, las mentes que nos dieron las leyes y normas básicas, nos han impuesto este principio como referencia clave para la determinación de las contribuciones ciudadanas para financiar los bienes y servicios públicos (los tributos).

Debo confesarte que, la hora de la verdad, este principio de progresividad sólo se aplica en los tributos directos, básicamente, en el Impuesto sobre la Renta. A pesar de ello, aunque el principio no tiene tanta incidencia como se presupone, resulta que la idea asociada al mismo (redistribución de rentas) se ha convertido en dogma de fe en nuestra sociedad, razón por la que nadie tenga el valor de cuestionarlo abiertamente o, siquiera, revisarlo.

Poca o mucha progresividad, como decía, su principal manifestación se da en el Impuesto sobre la Renta de los individuos o ciudadanos. El impuesto sobre la Renta es el tributo básico y que tiene una incidencia directa en las personas, afecta a las familias y además, es el tributo último, pues el objetivo de cualquier persona, es poseer las rentas y riquezas a nivel individual. Pues bien, en aras de la citada progresividad, en el citado impuesto, se ha establecido una escala de gravamen creciente, es decir, que cuanto más tienes, no sólo contribuyes más, sino que la proporción de contribución aumenta.

Te lo demuestro con datos. Consideremos cuatro personas distintas con rentas distintas:

 María: 29.385 Euros.

 Catalina: 27.248 Euros.

 Manuel: 17.698 Euros.

 Herminia: 15.394 Euros.

Para hacerlo fácil, supongamos que las mismas viven en nuestra querida Barcelona. Si les calculamos la cuota de contribución en concepto del Impuesto sobre la Renta, resultaría lo siguiente:

 María: 5.895 Euros.

 Catalina: 5.174 Euros.

 Manuel: 2.449 Euros.

 Herminia: 1.879 Euros.

A priori, si atendemos a los datos, nos parece de justicia que María y Catalina tengan una cuota muy superior a la de Manuel y Herminia. Ahora bien, si analizas con detalle los datos, resulta que mientras María casi gana el doble que Herminia, la contribución de María es más del triple que Herminia. Decir esto no significa nada pues uno puede pensar que quien más contribuye más recibe. No obstante, la realidad es que, el objetivo de los bienes y servicios públicos es que sean de utilidad y disposición uniforme para la totalidad de los miembros, ergo, los que más contribuyen recibirán menos en pos de que compensar el déficit de los que menos contribuyen. Más aún, el objetivo de lo público es institucionalizar una suerte de solidaridad o filantropía donde tengan tanto peso en la decisión los aportantes como los beneficiarios. Y esto, resulta que ya no es tan aceptado por todos, como seguro ya imaginas.

Nos llenamos la boca hablando de la erradicación de las desigualdades, pero la triste realidad es que, cuando nos toca ser María o Catalina, preferimos mirar hacia otro lado y dejar en manos de los demás dicha contribución al bien común.

Que te quede claro, hijo mío, considero que el principio de progresividad es necesario para mitigar las grandes diferencias entre las personas y que tenemos un deber moral (otros dirían, ético) de ayudar a los más desfavorecidos. Ahora bien, en el supuesto que te he planteado, no estamos hablando de una desproporción de 100 a 1 (millonarios versus indigentes), estamos hablando de clases medias, de grupos sociales iguales o similares, enfrentados entre ellos por diferencias relativamente pequeñas.

Este resultado o desproporción en la contribución se acrecienta si tienes en cuenta que cuantos menos recursos tienes, más accesos o ayudas obtienes, por aquello de la progresividad y redistribución. De hecho, lo correcto sería a la inversa: cuantos más recursos obtienes, menos opciones de ayudas tienes.

Y, como el hombre es egoísta por naturaleza, la progresividad no consigue la ansiada paz familiar, manteniéndose el enfrentamiento de María y Catalina con Manuel y Herminia. Se toleró durante un tiempo, pero ahora, María y Catalina revelan sin pudor que aspiran y suspiran por una mayor desigualdad: no desean que Manuel y Herminia les alcancen a su costa, sino que aspiran ampliar sus diferencias.

Vamos a dar un salto más. Hijo mío, piensa en un edificio, con distintos hogares. Y en cada hogar, hay varias Marías, Catalinas, Manueles y Herminias, sin embargo, en cantidades o proporciones distintas. Existirá algún hogar en que preponderen las Marías y las Catalinas y en otro hogar preponderen los Manueles y Herminias. En cualquier caso, es inevitable que la condición humana se imponga y, con el transcurso del tiempo, las Marías y las Catalinas se harten de soportar la mayor proporción de contribución a los bienes y servicios comunes.

La Historia enseña al hombre, pero no cambia la condición humana. Por eso, en lugar de levantar la voz, de forma clara y abierta, contra la aplicación del principio de progresividad, pues la discusión conllevará el abierto rechazo de una gran parte de los miembros del edificio (básicamente, los Manueles y Herminias) junto con el silencio hipócrita del resto (“sepulcros blanquedos”), alguien ha pensado en mitigar o limitar la aplicación del principio de progresividad por la vía de hecho. Es decir, uno de los hogares donde preponderan las Marías y Catalinas ha pensado en aislarse del resto de hogares con la promesa y/o aspiración de ocuparse de sus Manueles y Herminias particulares y, dado que habrá menos Manueles y Herminias de los que ocuparse, prevén o estiman que serán menores las necesidades de bienes y servicios comunes a financiar. Por tanto, la solución es conceptualmente lógica.

NOTA.- Hijo mío, mis reticencias a dicha solución tan lógica es porque nadie me aclara qué pasará con los Manueles y Herminias de ese hogar, pues, la razón o pensamiento lógico debería llevarnos a pensar que, una vez aislado el hogar, las Marías y Catalinas busquen expulsar de su casa a los Manueles y Herminias pues, sin ellos, el problema de la progresividad desaparece. Alternativamente, ya que, como conjunto manifiestan no gustarles el resultado del mecanismo de la progresividad, cabría pensar que, como solución lógica, no mantenga su aplicación y vigencia.

En cualquier caso, el planteamiento parte de la necesidad de obviar o minimizar el papel y contribución de los Manueles y Herminias (aunque menor, existe), olvidando que, en cualquier momento, cualquiera puede llegar a ser Manuel o Herminia.

Adicionalmente, hijo mío, resulta que cuando se plantea esta solución mágica, no se habla de las Marías, Catalinas, Manueles y Herminias, sino de los hogares en su conjunto, como unidad, como si de seres vivos se tratasen. Ya no importan los rasgos individuales o problemas de las personas que los habitan, la cuestión es resaltar que mi hogar es más hermoso y con mejores vistas que el del vecino de abajo.

Más aún. Como bien sabes, en cada hogar, hay un cabeza de familia. Y en el hogar díscolo, en lugar de vigilar que el cabeza de familia no se abandone a la bebida o el juego, o mejor dicho, a pesar de que el cabeza de familia es cualquier cosa menos un “diligente padre de familia”, para huir de las miserias propias, prefieren señalar las vergüenzas ajenas. Ya sabemos aquello de “los míos me oirás, pero no hablarás”.

Insistamos, la solución presentada es de una lógica aplastante: “es la progresividad, estúpidos”.

Como te anticipé, la progresividad está asociada a la desigualdad. La desigualdad genera conflicto; el desfavorecido aspira a salir de su postración y el favorecido a conservar lo conseguido. Añádele división para tener el cóctel completo.

Por ello, me permito afirmarte que, la vigencia del principio de progresividad combinada con la idiotez del estado autonómico o federal que se ha implantado en nuestro país por las mismas mentes, es una mezcla explosiva. Si a los citados componentes le añadimos la ideología nacionalista, ya tenemos el nitrato de potasio, el azufre y el carbón, es decir, la pólvora. Y con la crisis, la deflagración.

Hijo mío, la progresividad es una suerte de remedio para el conflicto generado por la desigualdad, pero la dura y triste realidad pone de manifiesto que los más favorecidos sólo la aceptarán o tolerarán cuando dicha progresividad afecte a los colectivos más dispares (clase alta versus clases pobres) y sea prácticamente mitigada o eliminada con el colectivo base de la sociedad, la clase media. Ahora bien, una elevada progresividad entre similares mantiene vigente el conflicto.

Por si no fuese suficiente, una mala aplicación del principio de progresividad da un resultado contrario al deseado: en lugar de conseguir la deseada o aspirada igualación de las personas por elevación, resulta que iguala a la baja e incentiva comportamientos conformistas y contrarios al crecimiento y progreso. Ello será así cuando un aumento de renta implique, a corto o medio plazo, un incremento de contribución y la pérdida de determinados beneficios y ayudas, es decir, el aumento de renta neta no compensa o retribuye adecuadamente el mayor esfuerzo (utilidades marginales decrecientes).

Seguramente existen cuestiones a corregir para mejorar la aceptación del mecanismo de la progresividad. Pero para ello debe existir voluntad de servir al bien común.

Pero, como muchas veces me has oído decir, hijo mío, la discordia y el conflicto es el caldo de cultivo de la ideología más funesta para el hombre: el nacionalismo, el tribalismo identitario. En la discordia, nacen los discursos del odio, el maniqueísmo, la confrontación: Catalina ya no ve a Herminia como hermana, sino que le acusa de ladrona y le da un portazo en la cara.

El hogar en el que preponderan las Marías y las Catalinas buscaba justificar su aislamiento y ha encontrado una justificación. Su cabeza de familia y les ha convencido que su hogar es el más luminoso, brillante, limpio y ordenado y, sin tantos Manueles y Herminias, conseguirán tener un televisor en cada habitación y una decoración más bonita. Ese cabeza de familia, hijo mío, no te creas que es brillante o un genio, al modo de un nuevo Moisés, al contrario, es un hombre corriente, un hombre sin grandes cualidades, mediocre, burócrata, en resumidas cuentas, un hombre banal, como diría mi querida Hannah Arendt. El problema no será tanto si ese hogar resulte no ser tan luminoso, brillante, limpio y ordenado, sino que, en el tránsito, las ideas y personas de las Marías, Catalinas, Manueles y Herminias no cuentan ni importan.

La Historia del hombre es la historia de las desigualdades. Ante la desigualdad, hijo mío, sólo caben dos opciones posibles: actuar para su erradicación o fomentarla. La progresividad es una pequeña medida que pretende paliar o mitigar las desigualdades, con mayor o menor fortuna, como aquí te he explicado. Por consiguiente, no te dejes engañar por las antorchas de anteayer o las cadenas de ayer, todo tiene un origen muy sencillo: las Marías y Catalinas enfrentadas a los Manueles y Herminias. Eso era ayer, es hoy y será mañana.

Por último, hijo mío, ante el Mal no es admisible el silencio o la indiferencia. Como te anticipé, como ciudadano debes hablar, pues el silencio ya no es neutral, sino mera cobardía.

Con cariño, un padre que te quiere.

 

17 pensamientos en “Ecos de la Diada: es la progresividad, estúpidos.

  1. Michel Rimbau

    No estoy de acuerdo con el Principio de Progresividad, que castiga a quien más tiene por ese mismo hecho o realidad. Prefiero el Principio de proporcionalidad en relacion con un impuesto igual para todos, digamos un 10%. Si Pepe tiene mil y produce 100 que pague el 10% de lo producido. Lo mismo que el trabajador debe pagar el 10% de lo obtenido por su trabajo. Todos el 10 % y así el que más tiene y más produce aportara más porque produce más. Un diez por ciento de mil( no es igual que un 10% de 100.Con el Principio de progresividad lo que se hace es anular el deseo de producir y generar riqueza.

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  2. paco

    nunca había pensado en este argumento y me ha encantado.

    los que ganan más de la media no quieren oir hablar de progresividad y los de menos estan encantados, asi va todo.

    yo por mi por simplicidad haría que todos pagaramos el mismo %, ojo que la gente de la calle confunde paga lo mismo con pagar el mismo número de euros sin tener en cuenta que a igualdad de porcentaje uno paga muchísimo más.

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  3. Francisco de la Torre

    Hola, como algunos sabéis, soy inspector y…
    Hace unos meses, en el despacho, el Director General de una empresa me dijo una gran verdad: » No me gusta pagar impuestos, pero cuando he ido a Sudamérica y he tenido que vivir en una urbanización cerrada y protegido por seguridad privada me he dado cuenta de que hay grados de desigualdad intolerables. Prefiero pagar impuestos a tener que vivir protegido de la ira de los que no tienen nada».
    Por cierto, Xavier Sala i Martín, decía y decía sabiamente que las políticas públicas permiten mantener un cierto grado de paz social que permite el crecimiento económico. A algunos el tiempo no los ha hecho más sabios.
    «Los impuestos son el precio que pagamos por la civilización. En la selva no existen». Esto no lo justifica todo, pero conviene recordarlo.
    Enhorabuena por el artículo.
    Un abrazo,

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  4. Alfonso

    Gracias. Brillante. Todo. El argumento en sí y también la metáfora que utiliza para explicarlo. Una pregunta: ¿qué habría que hacer para que en lugar del habitual teatro escenificado de tertulianos ladrándose mutuamente se pusieran artículos como este sobre la mesa y se debatiera sobre ellos?

    Por ejemplo, una observación: los que abogan por la estricta proporcionalidad suelen ser los más ricos, porque para ellos es más «justo» pagar la misma cantidad en proporción que los demás.

    Es decir: yo soy rico. Me compro un coche y pago el 10% de impuestos. Un asalariado de baja cualificación, el pobre, se compra un coche y también paga el 10% de impuestos sobre el valor del coche. Lógicamente, como tengo más dinero me compraré un coche más caro y mejor, mientras que el pobre tendrá que limitar su elección a aquéllos modelos más baratos. Hasta aquí todo bien, normal, natural y racional.

    Ahora supongamos que decimos que los ricos deben pagar el 20% de impuestos por el coche mientras que los pobres el 10% Lógicamente el rico protestará porque es «injusto» ¿Cuál es el problema que no ve el rico? Que para el rico, incrementar ese 10% de impuestos y pagar un 20% por ejemplo, puede que le haga decidirse por un coche más barato, o puede que le haga tardar más en comprarlo. Representa un sacrificio adicional para el rico, sí. Y el fabricante de coches se quejará si los ricos tienen que pagar el 20%, porque lógicamente venderá menos coches. Y tendrá razón también.

    Pero ahora mirémoslo desde el punto de vista del pobre: lo que para el rico es subir el listón de acceso a un bien o servicio, en un nivel en el que puede aspirar a él sin privarse de tener cubiertas sus necesidades fundamentales, para el pobre la diferencia de impuestos entre el 10% y el 20% puede significar simplemente poner el listón a una altura a la que le es imposible llegar. Es decir, no pueda comprarse ningún coche.

    He puesto el ejemplo con un coche, pero si pensamos en temas de salud, educación, o justicia, esta diferencia toca derechos esenciales de la vida y el futuro de las personas. Y como se ha dicho en un comentario arriba, por muy rico que seas ¿prefieres pagar menos impuestos y ver gente muriendo de enfermedades o hambre a tu alrededor? ¿prefieres pagar menos impuestos para pagar tu propia seguridad privada, algo habitual en algunos países de sudamérica, oriente medio o Rusia?

    La progresividad tiene dos grandes problemas: el primero es, como se dice en el artículo, que puede llegar a eliminar los estímulos para que el pobre quiera dejar de serlo, y para que el rico quiera serlo más. Ni idea de cómo resolverlo. Lo que si se es que los esquemas de los «libertarians» (mínimos o nulos impuestos, todo dejado a que la sociedad se auto regule) sólo funcionan cuando los que participan en él son todos jóvenes, sanos y tienen medios suficientes para sufragarse su propia seguridad, salud y educación. Lo cual excluye a la mayoría de la población.

    El segundo problema es que en el ejemplo es muy fácil usar «rico» y «pobre», pero en la realidad alguien tiene que determinar quién pertenece a cada parte de la escala. Y ese es un asunto completamente subjetivo.

    Gracias otra vez. Blog añadido a mis feeds de RSS. Entre hayderecho.com y este ya no me queda tiempo para leer nada más en mucho tiempo.

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  5. Jordi Morrós

    El artículo demuestra que el problema de fondo nunca es de nacionalismos, himnos y banderas sino del prosaico, pero fundamental para vivir, bolsillo de cada cual.

    Y aquí en Cataluña los bolsillos empiezan a estar doloridos y eso pesa mucho más que cualquier himno, manifestación, vía catalana a la independencia y finalmente si llega consulta o referéndum.

    Durante los años de la alegría y borrachera financiero-inmobiliaria el independentismo era una opción política con su cuota relativa de electorado pero nunca llegó a ser una causa movilizadora pero ahora la fiesta se ha acabado.

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    1. Emilio Pérez Pombo

      Gracias Jordi. En cualquier caso, parcialmente estoy de acuerdo contigo, y digo parcialmente, pues en Catalunya, en lugar de efectuar un debate claro y abierto sobre la conveniencia o no del principio de progresividad, o su mitigación o cualquier otra corrección, se ha envuelto en la bandera, el himno y el nacionalismo se ha servido del argumentario como «coartada intelectual» (no es lo mismo decir que España nos roba a afirmar que los catalanes somos una raza superior, ya me entiendes…). Mi tesis, desoída por casi todos, es que si se tiene un debate abierto y claro sobre el citado principio (así como todo el sistema tributario), en lugar de silenciarlo u obviarlo, nos permitiría, por lo menos, anular o mitigar la «coartada intelectual» y poner de manifiesto que el rey está desnudo. No es cuestión de un «pacto fiscal» (repartos de la recaudación entre los entes públicos, cuál hienas y buitres con la carroña), sino rediseñar y modificar en profundidad un sistema tributario que es ineficiente, inoperante e incluso pernicioso para el crecimiento y el estímulo empresarial.

      Evidentemente, como dices, y señalo, la crisis es el detonante. Con la resaca llega el dolor de cabeza…

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  6. Juan Castro

    El problema es que hay muchos Manueles y Herminias aprovechándose de ese sistema de servicios públicos, de esas ayudas, de esa redistribución de la riqueza que generan otros. Personas sin aspiraciones o directamente parásitos sociales. Por ello, cuando María y Catalina se dan cuenta de que están financiando a una pandilla de aprovechados… protestan.

    ¿Progresividad? de acuerdo, pero con una mayor fiscalización de esa redistribución.

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  7. Angel de Luque Cruz

    Federalismo a la alemana o americana. Más corresponsabilidad fiscal para las regiones.
    Que cada region se autogestione, sin olvidarse de algún mecanismo de solidaridad entre ellas. Si tenemos un claro ejemplo con el Pais Vasco, han pedido alguna vez la independencia como está haciendo Cataluña, no, y porqué, por que son independientes financieramente. Pero como tenemos que matar moscas a cañonazos vamos a independizarnos y a ver por dónde sale esto. Federalismo amigos más federalismo.

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    1. Esaú Alarcón

      Disculpad que entre en tromba pero:
      1º España no es un país federal sobre el papel, pero si nos acercamos a leer cualquier manual sobre sistemas federales de la carrera de Ciencias Políticas, se leerá que el sistema español es más federal que -justamente- los sistemas americanos y alemán. El único estado a día de hoy más federal que el español es Suiza y ello es así por un arraigo feudal de lo que aquí denominamos gremios. Decir lo contrario es como decir que la guerra de Sucesión de 1714 era una guerra de Cataluña contra España o bien decir que Rafael de Casanovas era un héroe.
      2º El plan Ibarretxe es un antecedente bastante inmediato de lo que está ocurriendo hoy. Las turbulencias se olvidan muy rápido en este país.
      3º No es un tema económico, no nos engañemos. Eso sí, esa parte de Cataluña nacionalista sí que ha utilizado el argumento económico. La crisis la padecemos todos y es claro que Mas ha utilizado la misma en su favor porque el común de los ciudadanos no sabe, v.g. que el 56% de tipo de gravamen de IRPF es decisión propia de la Generalitat. A mi modo de ver, en la situación actual catalana se mezclan el argumento económico, del que haré un post en breve, y treinta años de educación en la intolerancia, que han dado lugar a una base social -los hijos y nietos de los antaño «otros catalanes»- desarraigada de sus orígenes.
      4º En cuanto al tema de fondo, yo sí creo en la progresividad en el 2º impuesto más recaudatorio del sistema tributario. Ahora bien, solo en este tributo. Esto es, lo que no puede ser es que para llegar a obtener ayudas sociales, subvenciones, etc, también se utilice el sistema de la progresividad porque eso determina que el que paga más, encima, no tiene acceso a ninguna ventaja del sistema. Esto es, está excluido de facto de algo que paga principalmente él. Esto es un absurdo que, más tarde o más temprano, nos llevará al sistema americano. Al tiempo.
      Esaú

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  8. Carol

    He leído con mucho interés su entrada y como catalana solo puedo aplaudirle y darle las gracias simplemente por no callarse y por tener la valentía de exponerse. Mi sociedad, con toda la pena que eso me conlleva, es cada vez más cerrada y asfixiante, y en ella ya solo queda espacio para una idea única, una forma de ser única, un modo de hacer único, un modo de pensar único, el resto de modos, hacer, pensares etc son culpables de algo y sospechosos de mucho y por supuesto anticatalanes. El simple hecho de no comulgar con la idea nacionalista en Cataluña y atreverte a decirlo en alto tiene como consecuencia ser señalado y calificado de facha, españolitu, casposo, retrógrado y carpentovetónico (palabra que se inventaron en jueves de lo que la repiten) y cuando no, directamente a ser apalizado delante de tus hijos como le paso a un señor cuando iba con una bandera diferente a la sacrosanta a expresar pacificamente sus ideas… a aquel pobre hombre lo calificaron de mal padre por llevar a sus hijos a una manifestación pero el otro día cientos de niños se tuvieron que calar hasta los huesos formando durante más de 10 horas una CADENA («vivan la caenas») y sus padres han sido calificados de héroes… cosas que pasan, ya ve…
    Los nacionalistas, tienen convencido a un buen numero de ciudadanos (no a la mayoría, pero si a los que más gritan) que es España la culpable de que no haya dinero para sanidad o educación y el hecho de que si lo haya para el fomento del nacionalismo y la difusión de la «idea única» no les abre los ojos, no les indica que los gestores del dinero publico lo están invirtiendo en un pozo llenito de esos mismos que tanto chillan y se «encadenan» en vez de en becas, comedores, hospitales o servicios básicos. Les han convencido que hay un idioma y una cultura cuya defensa permite cualquier acto: inmolar niños mediante fracaso escolar, condenar a aparte de la población al infratrabajo, negar derechos fundamentales a otro tanto y actuar en definitiva como actuaba Franco que relegó el catalán de la misma manera que ellos han relegado el castellano, con Franco se imponía el «idioma del imperio» con los nacionalistas «el idioma propio», distintos términos para un mismo acto= prohibir y cercenar libertades, mismos perros (se sorprendería el que rascara un poco los padres de quien ocupaban según que puestos con Franco) y MISMAS CADENAS.
    En una sola cosa difiero con usted, y es que la existencia de Herminias y Manueles es la excusa que al fin a calado, el sentiment no movía masas, la pasta sí… a nuestros gobernantes tanto «se les da» donde vayan a parar todos, Marías, Catalinas, Herminias y Manueles…su objetivo es el control total de la sociedad que dicen gobernar pero que ellos ven como una vaca que han de ordeñar… no es la proporcionalidad lo que les importa sino la proporción de pasta que nos pueden sacar a Tirios y Troyanos, para ello reparten puestos, inventan cargos y crean consejos, todo a cargo del erario publico, por supuesto y sin el más mínimo interés por lo que pasará mañana y si ya la pobreza será tanta que no importe la proporcionalidad porque la miseria repartida sigue siendo miseria.
    La cosa esta mal en Cataluña, son muchos los zombies que se encadenan por puero vicentismo y solo el dejar de estar en silencio, el empezar a explicar alto y claro cada una de las mentiras del nacionalismo asfixiante que domina medios, enseñanza y entidades culturales machaconas es la única vía catalana de verdad, la que nos librará de esas malditas cadenas que nos quieren imponer.
    Así que de nuevo gracias por al menos no callar… y solo un apunte, si usted escribe en castellano es correcto ortográficamente poner Cataluña con ñ, no se deje llevar por la imposición nacionalista que pretende conservar en castellano unos localismos que no se conservan en catalán: si jo escric en català posarè Osca enlloc de Huesca i Espanya en lloc d´España, això és ho correcte ortogràficament…

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  9. Xavier Mallofré Pujadó

    Estoy de acuerdo en el principio de la progresividad pero no en que este sea la causa o razón del «problema catalán».
    Uno puede dar a los más necesitados hasta un determinado nivel, justamente hasta el nivel en que se limita su propio crecimiento o existencia. En una situación donde para salir de la crisis de forma permanente es dotar al país de recursos para la investigación (donde se ha demostrado que tenemos buenos investigadores), las políticas que priman son las de austeridad, las cuales se basan en recortes en sanidad, educación e I+D.
    El pueblo de Catalunya quiere luchar por su derecho a decidir (referéndum). En un referéndum las posibles respuestas a la consulta son o si o no. Por tanto, primero hemos de saber si la mayoría quiere formar un estado propio o no, después veremos cómo conseguirlo.
    Tan legítimo es el pensamiento de los que están a favor como de los que están en contra. Hemos de aprender a respetar las opiniones, sobre todo, las que no concuerdan con las nuestras, porque quizás también tengan sus propias razones o explicaciones

    Un saludo

    Responder
  10. Carol

    Hola señor Xavier,
    solo decirle que como parte del pueblo de Cataluña que soy, con toda educación y respeto, le pido que no hable en mi nombre… ya que yo por lo que quiero luchar es por mi bienestar económico, por que mis hijos reciban una buena educación, por poder decidir el idioma de su enseñanza obligatoria, por saber en que y como invierten el dinero público mis gobernantes, por tener una buena sanidad, por tener unos buenos servicios públicos, etc, etc… el derecho a decidir del que usted habla me la trae al pairo, y como yo a muchos catalanes, así que en lo sucesivo y para que usted pueda hablar sin faltar a la verdad sería mejor que sustituyera «el pueblo de Catalunya» por «una parte sin cuantificar del pueblo de Catalunya», así no mentiría.
    Muchas gracias por leerme y por supuesto quiero que sepa que respeto su opinión y le apoyo en su derecho a tener su lucha, como apoyo todas las luchas de todo el mundo siempre y cuando sean legales, no usen la violencia y no sean una forma de derroche de un dinero publico que hemos pagado todos los catalanes,los que quieren referéndum y los que no… yo soy más partidaria de que con el dinero que me cobran en forma de impuestos se sufraguen parte de los libros que reciben los niños extremeños y compran a la editorial en la que trabajan muchos amigos míos a que que se gaste en camisetas amarillas que no se han fabricado en Cataluña (eso sí salían más baratas)… le aseguro que lo primero nos beneficia a todos los catalanes más que lo segundo

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  11. Fernando

    Hola Emilio,

    Enhorabuena por la interesante reflexión.

    No obstante lo anterior, el origen de este problema, en mi humilde opinión, dista mucho de reducirse a una cuestión de redistribución de la riqueza (o pobreza), sino de una mentira que, “repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad” (Joseph Goebbels, ministro de propaganda de la Alemania nacionalista).

    La redistribución de la riqueza siempre le ha servido a María para, “adecuadamente”, sembrar esa conversión.

    La conducta de María siempre ha adolecido, hasta ahora, de “simulación relativa”; ha disimulado, escondido, su voluntad clara de aislamiento, simulando y aparentando un problema de redistribución.

    En cualquier caso, no todo es culpa de María, el problema es que, con toda la buena intención del mundo, alguien puso una pistola en manos de un chimpancé…

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  12. Alberto

    Sr Pérez Pombo,

    Yo creo que el problema no radica en la progresividad sino en que esta sencillamente solo existe para la clase media.
    Hoy en día en España si eres rico pagas menos que la clase media que a mi entender es más pobre que la rica, ¿porque? porque sencillamente el sistema tributario está montado en favor de los ricos. Y los ejemplos son claros SICAV, rentas del ahorro, sociedades holding, sociedades en paraísos fiscales, instrumentos financieros de dudosa reputación, stock options, sueldos de banqueros protegidos etc. estamos archihartos de montar en los despachos estructuras de este tipo para que el empresario no pague «tanto». Calculen lo que pagaria un rico si todo lo que gana fuera en sueldo y no en ingenierias fiscales.

    Sin embargo dicha progresividad si sucede con la rentas de la clase media, vamos los currelas con su sueldecillo que cuando se lo incrementan porque se ha dejado el higado en la empresa sabe cinco idiomas y catorce masters lo ascienden y se da cuenta que lo que le han ascendido se esfuma con la retención y menos mal que nos queda la deducción por vivienda habitual (que por cierto empiezan a haber sabios fiscalistas que dicen que se debería quitar). Pero la clase media no se queja de la progresividad, porque es solidaria con su vecino que tiene menos porque al fin y al cabo todos somos clase media. La clase media se queja de que en este país no hay políticas para la clase media, nadie piensa en nosotros porque bueno son los que tienen que aguantar el chaparrón.
    Sinceramente yo creo que si se elimina la clase rica y la clase más pobre este país no estaría en crisis y no tendríamos la deuda que tenemos.

    En el tema de la independencia yo creo que ha sido la clase media catalana la que se empieza a mobilizar y esto, que nunca lo hemos visto, empieza a notarse porque somos muchos millones, somos una clase media que a veces tiene que pagar el 40 o hasta el 50% en la declaración y que ha recibido muy poquito y esto en parte señores es por culpa de España que al fin y al cabo hace las políticas tributarias y así lo ve la gente en Cataluña.

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  13. Emilio Pérez Pombo

    Apreciado Alberto,

    Gracias por tu comentario y participación. Antes de nada, apuntarte que me he sentido identificado en relación con la supresión de la deducción por vivienda habitual, no por sabio fiscalista (está claro, además del sentido irónico), sino porque en este mismo blog ya he escrito sobre ello (a favor de la supresión).

    Te respondo básicamente, para hacerte dos puntualizaciones.

    1.- Lamento tu empeño en hablar de España y Cataluña como si fuesen individuos. En mi argumento, coincido contigo en que los más perjudicados con la progresividad efectiva son las clases medias. Ahora bien, por ejemplo, si tomamos como referencia que un individuo es de clase media si obtiene rentas anuales entre 20.000€ y 90.000€, nos encontraríamos que, en una Comunidad Autónoma, alrededor de un 70% de la población cumple con dicha definición de clase media y en la Comunidad Autónoma vecina, sólo cumplen dicha definición el 50%. Parece lógico pensar que, en virtud de la progresividad fiscal y la redistribución de rentas que ordena nuestro sistema tributario (que podemos estar de acuerdo o no, como indico), en la CCAA con menor clase media existan más beneficiados de las ayudas/subvenciones y/o transferencias. Pero no es una cuestión de CCAA a CCAA, sino de individuo a individuo. Ya sé que esto no es políticamente correcto en Cataluña, y te lo dice un catalán de cuna (por lo visto, no todos opinamos igual), pero la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.

    2.- Evidentemente, de forma sutil, se «ha colado» tu propuesta o solución: «(…) si se elimina la clase rica y la clase más pobre este país no estaría en crisis». Sobran las palabras.

    Espero que sigamos debatiendo y participando.

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