Reflexiones sanjuanescas sobre palos y zanahorias

La recreación de la noche de San Juan en nuestra literatura viene de antiguo, como representación del locus amoenus, con tintes de algidez sexual ineludibles debido a que, como muchos a día de hoy ya no conocen, en este día se celebra la llegada de solsticio de verano y, con ello, el calor… y, por ende, la calentura.

Una más de nuestras tradiciones que hemos banalizado, reconvertida ahora en momento ideal para tirar petardos, prender hogueras y aumentar nuestro volumen de grasa corporal.

Pues bien, el solsticio de verano traerá como primera noticia en el ámbito fiscal la publicación de una circular, nota informativa, resolución o qué se yo el tipo de instrumento paralegislativo -yo diría alegal- para enmendar los aspectos cuestionados de la celebérrima declaración tributaria especial o amnistía fiscal, como se quiera.

Según palabras del Director General de Tributos, el documento se está cociendo ahora mismo y el puchero estará a punto a finales de junio; y llenito de zanahorias, como también sugirió hace poco el ministro del ramo. Los palos, para acabar con el tópico, los trae el proyecto de intensificación de lucha contra el fraude, con las conocidas medidas de imprescriptibilidad de deudas y demás sandeces que aumentarán aún más la miserable situación del contribuyente en nuestro país, que se acerca cada vez más a lo que Falcón y Tella ha llamado Guantánamo tributario, aunque situando la metáfora en nuestra querida Europa, tambien podríamos apodarlo «Nuremberg tributario», recordando así de paso que nuestra servidumbre actual a Alemania no debería traspasar ciertos límites.

Bien, pues dentro de muy poco la zanahoria estará servida en el plato y, cuando el contribuyente se siente a olisquearla, lo primero que oteará será, a su lado, un inmenso palo que llegará el 1 de enero de 2013 para el que no regularice su situación con el fisco.

No me ha dejado de sorprender -aún creo en la democracia- que un ministro tenga la indecencia de decir, descaradamente, que sigue la política del «palo-zanahoria» con los contribuyentes. Me parece lamentable pero, Dios mediante, seguimos teniendo el derecho de voto y los que no carecemos de memoria podremos vengarnos al introducir la papeleta en las urnas cuando se presente la ocasión. No estaría de más, por cierto y perdónenme la digresión, que esta posibilidad  -la de enmendar la plana a los políticos mediante el ejercicio directo y personal del derecho de voto- existiera también a nivel europeo, dado que la política actual que siguen nuestros gobernantes viene, según dicen los expertos, directamente de Europa y sería lícito que pudiésemos personalmente elegir el destino de los funcionarios que dirigen nuestra Economía.

Al tema: ayer pude escuchar de viva voz al Director de Tributos, que hablando de la amnistía hizo expresa referencia a esa política del palo-zanahoria practicada por las altas instituciones.

Y han sido sus palabras las que me han hecho iniciar esta reflexión porque, si ya es lamentable que nuestro Gobierno goce exponiendo nuestro próximo sometimiento fiscal absoluto, peor es que el más alto funcionario de Hacienda diga lo propio, con el explícito propósito de conseguir la pretendida recaudación de 2.500 millones de euros.

Y mientras, los inspectores mascullan entre dientes o cantan a viva voz -depende del caso- la barbaridad que ha supuesto el planteamiento de la amnistía fiscal en los términos en que se ha hecho, lo que hace denotar un futuro en el que no todos serán tan sumisos como pretenden sus superiores jerárquicos, e intentarán derivar a la vía penal aquello que consideren pertinente  y ajustado a Derecho; algo, por lo demás, totalmente lícito.

Y los asesores tributarios hablan, estos abiertamente, de las mismas barbaridades de la declaración especial -incertidumbres o inseguridad jurídica, lo llamamos- y de los miedos que padece el contribuyente y, digámoslo claramente, de las responsabilidades que se pudieran derivar al propio asesor por su mala praxis o por la presentación de declaraciones tributarias especiales cuyo contenido alojara productos procedentes del blanqueo de capitales.

Un magistrado del Supremo habló hace poco de una situación esquizofrénica. A mí, personalmente, no me parece tal. Cada uno hace su papel: el asesor ha de cubrir sus espaldas y cobrar su estipendio; el inspector tiene la obligación legal de liquidar las cuotas que descubra y el Gobierno quiere recaudar a toda costa, lo cual es lógico visto el ataque constante de ese nuevo Goliath llamado «los mercados».

Este es el tablero de juego y nuestra tarea es puramente especulativa, pero no en el sentido del término que es hoy conocido, sino en el sentido etimológico de «speculari», esto es, observar, espiar, vigilar.Así pues, seamos especuladores, pero de los buenos no como los malditos mercados… Quizás si especulamos, no se nos atragante la zanahoria.

0 pensamientos en “Reflexiones sanjuanescas sobre palos y zanahorias

  1. samuel

    Yo también tuve ocasión de oír de viva voz al Director General de Tributos, imagino que en el mismo foro. Comparto plenamente los comentarios que has hecho y como los has hechos. Asimismo espero la circular que se comentó, que otorgue un mínimo de respaldo jurídico a lo que se habló en la sala.

    Resulta del todo necesario que los asesores fiscales tengamos una cierta seguridad frente a nuestros clientes.

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  2. Jorge Llanos

    Gracias Esaú por tus reflexiones. Poco que añadir. Leyendo las normas tributarias de todo tipo dictadas a lo largo de mi carrera profesional he pensado muchas veces que aquello no había forma de empeorarlo, pero siempre han superado lo que yo considerba una barrera infranqueable. Por desgracia, creo que lo van a seguir haciendolo y no tiene visos de remediarse, sino más bien, todo lo contrario.

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  3. Francisco de la Torre

    Esaú: Los Inspectores haremos lo que siempre hacemos, con mejor o peor fortuna, aplicar las leyes. Somos sumisos:
    Constitucionalmente es una obligación de la Administración el someterse plenamente… «a la Ley y al Derecho» (art. 103.1 Constitución) y no a otra cosa.
    De hecho, creo que nuestro epitafio debería ser como el de los soldados de las Termópilas:
    «Extranjero, ve y di en Esparta que aquí caímos en obediencia a sus Leyes».
    Otra cosa es que la ley no sea clara y tengamos todas las dudas: http://www.inspectoresdehacienda.org/images/stories/pdf/encuentrostributarios/documentofranciscodelatorre_encuentrostributarios2012.pdf
    Hoy después de los recursos, todavía tenemos alguna más.
    Un fuerte abrazo,

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  4. Esaú Alarcón

    Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Mi diatriba no va dirigida contra los inspectores y espero que no se le pueda dar al texto tal interpretación pues, de hecho, entiendo totalmente tus lamentos y los de tus compañeros.
    Más bien, el objetivo del texto -más filosófico que jurídico- es poner de manifiesto que esta situación de inseguridad y enfrentamiento en la que vivimos continuamente en el ámbito tributario se está viendo agravada por la actitud del legislador y, la verdad, no sé dónde nos va a llegar…y me atemoriza.
    En fin, espero que vivamos un renacimiento de la perfecta técnica legislativa que nos acompañó hasta no hace muchos años. Esaú
    Aprovecho para enviarte un fuerte abrazo Paco.

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  5. Francisco de la Torre

    Esaú: Yo por lo menos no me lo he tomado como una crítica. Simplemente, trato de responder a la pregunta:¿Qué va a hacer la Inspección?
    Francamente, entiendo perfectamente la exigencia de seguridad jurídica que hacen los Asesores Fiscales. Pero creo que la exigencia debería ir a los que redactan y aprueban la norma no a los que tenemos que aplicarla.
    Por cierto, una maldad, estás criticando la actuación del «legislador» y creo que el problema es su ausencia. ¿Qué tenemos aquí? Un Real Decreto-Ley convalidado y no tramitado como ley y una Orden Ministerial. Si aquí hubiese una Ley, habría algo más de seguridad jurídica.
    Un abrazo,
    Paco

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