Montoresquieu y la farsa de la división de poderes. Capítulo I: Sobre el DNI 14.

El primer disco publicado por el grupo de Cornellá «Estopa» tiene entre su repertorio ciertas canciones que pasarán a la historia musical cañí: Tu calorro, La raja de tu falda, Como camarón y otras, son canciones que marcaron una época para los que en aquel entonces nos encontrábamos en una etapa de expansión feromonal.

Dentro de ese mítico disco, íntegramente elucubrado en sus ritmos y canciones por la rumbera y poética mente de los hermanos Muñoz, se encuentra una canción –Exiliado en el lavabo– sumamente procaz y menos conocida, que yo recuerdo frecuentemente cuando me acerco a las páginas de Política de la prensa: «el mundo sin políticos sería aburridísimo, el mundo sin fanáticos sería moderadísimo, el mundo sin ti no escucharía mis cantos (…)».

En efecto, en el más puro estilo contradictorio y de tono patético de los versos de Estopa nos encontramos con esa frase aparentemente banal que, al menos a mí, me demuestra que a pesar de que la política como parte de nuestras vidas es soporífera, supone un entretenimiento sin el que hoy en día la especie humana no podría vivir.

Pues bien, hace poco el que se asomaba a las portadas de los periódicos era el ministro de «mi» ramo, el señor Montoro, a cuento de los trece errores en el «deneí» de una de las Infantas, detectados al habérsele solicitado información a la Agencia Tributaria en el seno de la instrucción penal del caso Urdangarín.

Montoresquieu lanzó frases que a los profesionales del derecho tributario nos tienen que indignar de forma apodíctica, como lo de que «Errores son errores», que fue titular en varios periódicos. Sí, claro, los empleados y el ordenador de la administración tributaria pueden cometer una pifia de tal calibre como enviar a un juez información fiscal errónea y no contrastada de la que se derivaban consecuencias infames para una persona pública. No pasa nada.

Ahora bien, que no sea el contribuyente quien presente un día tarde su declaración o deje de rellenar el código postal de Islas Caimán en el formulario de bienes en el extranjero, pues en tal caso los automatismos de RITA -el cacharro informático del fisco español, hasta ahora infalible- harán que recibamos un recargo y una sanción, en cada uno de los casos propuestos. Y lo que es peor, si se nos ocurriera efectuar alguna alegación en contra de esa obligación accesoria, alegando falta de culpa, los mismos automatismos que existen en la pirámide funcionarial harán que ningún funcionario en su sano salario -digo, juicio- se atreva a anular el recargo o sanción y el contribuyente se verá obligado a acudir a los tribunales en busca de auxilio. Cosa que logrará -o no- gastándose unos buenos dineros en abogado, procurador, y tasas.

Guardo ese recorte de prensa como oro en paño y juro que lo anejaré a algún expediente sancionador impuesto a mis clientes. A ver qué cara se le queda al funcionario que me abra el procedimiento.

En fin, mucho se ha dicho sobre el asunto del DNI de la Infanta y, a tal efecto, una exposición muy razonada de un fedatario público podrán encontrarla en la web www.hayderecho.com, junto con opiniones de diversos profesionales, destacándose entre ellos un inspector de hacienda: http://hayderecho.com/2013/06/27/el-extrano-caso-del-dni-de-la-infanta/

Mi opinión al respecto es que, efectivamente, en la época de autos y aún ahora, la informática nos ha llevado a tener que utilizar tretas para engañar a los ordenadores y poder así cumplir con requerimientos burocráticos. Eso parece ser lo que ocurrió hasta que los sistemas de comunicación entre notarías y hacienda se han afinado con los años.

Quitando los dimes y diretes entre notarios y ministerio, lo verdaderamente impactante del caso son varios aspectos: primero, que la persona a la que se le encargó el desempeño de cumplir con el requerimiento judicial no reparara en esos errores y, si los advirtió, que no los comunicara a su superior; segundo, ante casos tan serios, ¿el becario tenía un superior, no?; tercero, si esos errores figuraban hace lustros en el ordenata del fisco, ¿no saltó ninguna alarma? ¿nadie, ni siquiera el mismo sistema informático, advirtió la incongruencia?¿cómo puede ocurrir eso en un ordenador tan perfecto, del que los altos funcionarios de hacienda siempre han escupido hacia arriba hablando de los premios internacionales que ha obtenido? En definitiva, ¿quién controlaba al controlador? Porque lo que tengo claro es que al resto de contribuyentes que no tenemos la sangre azul -en mi caso es blanquiazul-, el gran hermano hacendístico nos inserta una paralela por la entrepierna a la mínima que cometemos el más nimio error.

Esa, y no otra, es la única explicación que debería dar hacienda y no hablar sobre el sexo de los ángeles y culpar a los notarios, que es a lo que se ha dedicado Montoresquieu. Lo contrario, es decir, la falta de atención a ese importante detalle, nos deja a todos el sabor de boca de que esos deneís reales están eliminados del circuito de comprobación tributaria y eso sería tanto como considerar que existen unos ciudadanos con privilegios -los miembros de la Corona-, algo que está absolutamente vedado por nuestra Carta Magna.

Animo, pues, al gabinete de prensa del ministerio de hacienda despejar ese hálito especulativo -calumnia, que algo queda- que impregna este asunto en una sociedad que ya está muy harta de corrupciones y demás choriceos y en la que todo aquél que quiere medrar encuentra una reivindicación a la que acogerse, ya se llame Corona, ya se llame derecho a decidir, cupo vasco o ERES falsos.

De lo contrario, de no darse unas razonadas explicaciones, pudiera pensarse que Montoresquieu ejecuta un papel principal en una farsa en la que la división de poderes es solo una utopía detrás de la que se encuentra la mano negra del poder ejecutivo, o de otros poderes ocultos. Pero esto ya forma parte del nudo de la obra, que leerán en un próximo capítulo.

Sobre este tema les recomiendo también, y para acabar, la lectura de la reclamación razonada que realiza la asociación de inspectores de hacienda en el siguiente escrito: http://www.inspectoresdehacienda.org/images/stories/pdf/documentos/documento.pdf

Pues eso, que el mundo sin políticos sería aburridíiiiiisimo.

0 pensamientos en “Montoresquieu y la farsa de la división de poderes. Capítulo I: Sobre el DNI 14.

  1. JORGE ESCAGEDO

    Si damos por cierta la información de que el DNI con número 14 le eran imputados transacciones por error, que alguien nos cuente el número e importe de las ventas de inmuebles que tenían erroneamente imputados los DNIs con número 10, 11, 12 y 15.

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  2. vicente tur

    Coincido plenamente con tu exposición, ahora bien, qué solución ofreces.
    me da la impresión que nos quedamos siempre a mitad del camino.
    En algún momento deberemos cruzar el rubicón.
    Entre el derecho y la Justicia me quedo con la última.
    Pero, insisto, la ciudadanía, que solución dá?
    Finiquitamos el sistema o seguimos hasta un nuevo estadio de esclavitud?

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