Cuatro años no es nada

Mañana, miércoles 6/11, parto hacia Palma de Mallorca, donde se celebra el 33º Congreso de la Asociación Española de Asesores Fiscales (AEDAF) de cuya Comisión Directiva tanto me honra forma parte.

El anterior Congreso al que asistí fue el 31º, hará ahora cuatro años, en Málaga, pues me resultó del todo imposible ir al 32º, en Zaragoza. ¡Cómo pasa el tiempo! Aquel tenía por lema “El contribuyente en tiempo de reformas” (aunque, pensándolo bien, ¿cuándo no las hay en el siempre volátil universo impositivo?)…, mientras que el de Palma es “Avanzando juntos, superando barreras”, que las hay, y no precisamente menores.

De aquel 31º Congreso salió -como estatutariamente correspondía- elegida una nueva Comisión, presidida por José Ignacio Alemany. El madrileño Alemany -con el que tuve el privilegio de trabajar estos últimos meses codo con codo- se vio obligado a afrontar -imagino que al igual que sus antecesores- circunstancias ambientales no fáciles: el escenario tributario siempre está trufado de ingredientes complejos, y con ellos toca lidiar. Su carácter, de natural afable y tranquilo, le facilitó -entiendo- salir airoso de muchas de ellas, y mantener una relación fluida con todos los actores que interactúan en este peculiar mundo: los profesionales (la razón de ser de la AEDAF), otras instituciones asociativas o colegiales afines, las diferentes Administraciones tributarias (singularmente, la Agencia Tributaria; AEAT), el propio Ministerio de Hacienda, el poder judicial (personificado en el CGPJ) y el Legislativo.

En León, en mayo de 2018, durante el siempre apasionante Congreso Tributario coorganizado entre la AEDAF y el CGPJ, Alemany me abordó en un momento de relajo (tanto como que estaba acodado en una barra -la del pub “La Lola”-, degustando un “gin tonic” en la siempre grata compañía de Juanma Herrero de Egaña) y, “aprovechando” la circunstancia, logró convencerme para que me incorporara a la Comisión Directiva asumiendo la Vocalía de Estudios e Investigación (para lo que contaría con el apoyo de Beatriz Ladero -a la que aprovecho para agradecérselo- y, por supuesto, con la impagable tarea de todo el personal -grande, abnegado, y cercano- del Gabinete de Estudios). Entre nosotros, y sin que salga de aquí: entre lo que Alemany me “vendió” que sería mi tarea y la que realmente fue, todo parecido, fue una pura coincidencia. Pero sí diré una cosa en su descargo: ha resultado ser mucho más apasionante que lo que él me relató, y, aunque la dedicación -agravada por vivir “detrás del telón de grelos”– resultó sensiblemente superior a la imaginada, nunca hubiera dejado de arrepentirme si no me hubiera “dejado convencer” aquella primaveral noche leonesa.

Pero, el pasado, bonito, pasado es, y toca mirar al futuro. En este 33º Congreso la AEDAF afronta retos no fáciles, pues aquellos a los que se enfrentan sus miembros no lo son; nunca lo son. Así, en el programa del Congreso -aspectos lúdicos, tanto o más importantes que los que no lo son, al margen-, y amén de los temas estrictamente técnicos obligados a abordar (me permitirán la debilidad de mencionar mi sentido reencuentro con uno de mis maestros, Jacinto Ruiz, que vendrá a oficiar -como genuino sacerdote de la materia que es- sobre la intrincada consolidación fiscal, régimen especial en el que todo lo que sé se lo debo a él), destacan otros de carácter algo más transversal:

-. El reto de la internacionalización, de la globalización que, en el ámbito tributario, se traduce en fenómenos “paranormales” tales como la DAC6.

-. El siempre complejo escenario macroeconómico, donde se nos ilustrará sobre la cuadratura del círculo entre los ingresos y los gastos.

-. El desafío digital, que presenta amenazas (y, también, obvias oportunidades), tanto en la tipología de negocio de nuestros clientes como en la necesaria adaptación que debemos abordar en nuestros respectivos despachos así como -no lo olvidemos- en nuestras cotidianas relaciones con el erario.

De todo ello y mucho más, hablaremos en Palma.

Amén de eso, este Congreso tiene un elemento asociativo básico: por mandato estatutario tocan elecciones a nueva Comisión Directiva. He tenido el privilegio de que Stella Raventós, candidata a Presidenta para el cuatrienio 2020/2023, haya tenido a bien incorporarme a su candidatura para asumir la Vocalía de Estudios e Investigación. Varios son los aspectos de este proyecto que me atraen: el propio perfil de Stella y del equipo que ha aglutinado a su alrededor, el poder dar continuidad al trabajo realizado durante este último año y medio (desde mayo de 2018), los retos que la propia profesión plantea a medio plazo y que debemos superar, y el desafío de afrontar todo ello con la ineludible obligación de sentirme deudor (honrado y privilegiado, pero deudor) de lo que la masa social de la AEDAF legítimamente demandará si es que, finalmente, esa candidatura resultara ser merecedora de su confianza.

Estos últimos cuatro años se me han pasado volando, en apenas un suspiro. Así que me da la impresión de que -si el proyecto de Stella sale victorioso en el ya inminente proceso electoral- estos próximos cuatro me resultarán aún más vertiginosos, si cabe. Y es que, como bien dice Dani Martín en una canción que debería elevarse a la categoría de himno, “¡Qué bonita la vida!”.

#ciudadaNOsúbdito

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