La Navidad de los publicanos.

Recursos, controversias jurídicas, liquidaciones, administraciones tributarias, impuestos,… miles de palabras derramadas sobre cuestiones meramente materiales. Tan imbuidos estamos de nuestra mundanal existencia que asumimos con total normalidad denominar a las personas como sujetos pasivos, ¡atroz lenguaje! Las acciones son hechos imponibles y lo único que importa es que la cuota sea más alta o inexistente. No deja de sonrojarme y golpearme en mi conciencia que nuestras expresiones, con una apariencia de objetividad y búsqueda de rigor técnico, sean de una dureza sin parangón, consiguiendo, en gran modo, deshumanizar al resto de personas con las que convivimos, nos relacionamos y compartimos existencia.

Afortunadamente, estas fechas, la Navidad, es una oportunidad única para elevar nuestra mirada y darnos cuenta que, aparte de nuestro mundo profesional, técnico, cotidiano, existe otra forma de ver, tratar y hablar de las personas.

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Creyentes y no creyentes, compartimos la necesidad de aspirar a un mundo mejor, a tener esperanza, a compartir, a vivir libremente. Seguramente, si fijamos los ojos en aquel Niño que hace ya más de dos mil años que nació en una fría noche de invierno en la ciudad de Belén de Judea, descubriremos que ese sueño compartido se consigue tratando de poner lo mejor de cada uno de nosotros al servicio de los demás. Todos tenemos cabida. Todos somos personas llamadas e iguales. Tal es así, que los propios coetáneos de Jesús, le criticaban su vocación de abrir las puertas a todos, a sentarse con aquellos que, seguramente, menos merecían el reconocimiento “social”:

“Ahí tenéis a un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores”. (Mateo 11, 16-19)

Jesús con publicanos

Quizás, los modernos publicanos, asesores fiscales, recaudadores, inspectores, gestores y demás deberíamos sentirnos especialmente dichosos porque el Niño de Belén vino para darnos una oportunidad, la posibilidad de acercarnos, aprender y “elevar la mirada”. Su mensaje nos reclama que dejemos de hablar de los demás como sujetos pasivos, tratar al prójimo como un mero contribuyente y centrémonos en lo que realmente son: personas. Solo así, se cumplirá lo que el propio Jesús anunció, «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él.» (Mateo, 21, 31-32).

Ojalá, entre todos, consigamos ayudarnos y mejorar la vida de las personas que nos rodean. Que la Luz de Belén nos inspire e ilumine en nuestro quehacer diario.

Desde FISCALBLOG, un año más, queremos desearos, FELIZ NAVIDAD y un próspero año 2015.

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