Cuando empecé a escribir este particular diario de confinamiento, esperaba, iluso de mí, que, con mucha suerte, sólo estaríamos quince días o, más bien, veintiocho días en casa. Sin embargo, ya vamos por treinta y cinco días y lo que nos queda. Al final, a este paso, me voy a extender más que los Presupuestos Generales del Estado de Montoro. Y, no porque mis posts, como los PGE, sean buenos o extraordinarios, sino, sencillamente por la incompetencia de unos terceros.
Aunque hay muchos días en los que pienso que este empeño es una mera veleidad o una vanidosa frivolidad (estoy convencido que algunos así lo percibirán) con la consiguiente sensación de rubor y ridículo, unido al cansancio del día a día, si persisto es que, pocas cosas hay tan gratificantes como el hecho de haberme dado la oportunidad de conocer tantas personas interesantes como los que os habéis aproximado en alguna ocasión a esta bitácora. Así como alguna ha tenido la generosidad de dedicar algún que otro elogio (inmerecido), otros, sanamente, han efectuado sus reservas o críticas (merecidas), como debe ser.
La verdad es que, si hay algo cautivador y único, es esa sensación de libertad que te queda tras lanzar tus ideas, conocimientos y opiniones de una forma abierta. A todos os sonará esa frase tan pretenciosa como manida de que «escribir es como desnudar tu alma«. No sé si llega a tanto, pero algo de ello hay.
La cuestión es que, resulta embriagador el poder exponer y contar, libremente, aquello que consideras oportuno. Además, es estimulante comprobar como otros, en mayor o menor medida, os animáis a decir la vuestra y a participar (aunque sea muy tímidamente) en los foros o a través de comentarios. Sin duda, la mejor recompensa.
A medida que vas escribiendo aprendes a aceptar correcciones, a que no siempre estás acertado, a que, en muchas ocasiones, parece que te tornas invisible y nadie te hace caso, incluso recibes algún que otro insulto o crítica ad hominem imputándote no sé qué de animadversiones por frustraciones pasadas. Todo eso nos fortalece, es una oportunidad para aprender y descubrir nuevas visiones, ideas, formas de pensar, y lo más importante, conoces a las personas que te rodean (física o virtualmente).
Momentos confusos. Escribir tiene algo de egoísta porque te obliga a reflexionar con algo de serenidad y objetividad los sucesos que nos envuelven. Esta pausa en la vorágine es como un ancla que evita desbocarte.
Escribo porque me gusta. Pero, también porque no quiero vivir en silencio. No he nacido para ser testigo mudo. Me han enseñado que el que calla otorga, consiente. Asimismo, no hablar, no expresar tus ideas, no defender tus puntos de vista, nos hace a todos más débiles y frágiles. Al final, les dejamos a los que más ruido hacen a que se apropien de las conversaciones.
Escribir y hablar, libremente, no siempre es fácil. Al contrario, puede ser incómodo. No todos quieren oír o leer. Hay que asumir esa responsabilidad. Pero así como hacerlo (bien) supone una liberación, callar nos condena a la pena de nuestra mala conciencia.
Escribo como un iluso soñador. Asumo ser un pobre y pedante quijote que camina solo embistiendo contra molinos de viento, pero, aún con esa ridícula estampa, a pesar de las locuras de imaginación, hallo en la escritura un refugio mental ante tanta cordura silente.
Seguiré escribiendo, aún a riesgo de agotar vuestra paciencia. Por lo visto, quedan muchas etapas en el camino aún. Y en el diario de a bordo, más que el destino, importa dejar anotado cuál ha sido el recorrido y cómo lo hemos vivido.
Son tiempos extraños, dudosos y con graves restricciones bajo el pretexto de una crisis sanitaria. Alguno está tentado, entre otras, de hacernos creer que escribir sea un acto heterodoxo y revolucionario. Aún así, no es motivo suficiente para mostrarse indiferentes, callados o temerosos. Seguimos.
Gracias Emilio por tus aportaciones. He leído con interés tus artículos cada día de confinamiento. Me gusta la gente que expresa sus ideas libremente, sin entrar por el aro de lo “políticamente correcto”. Aprovechemos para expresar nuestras ideas libremente mientras podamos. Vienen días oscuros de siniestros personajes. Tiempo al tiempo. Quieren silenciar a los que no piensan como ellos amparándose en que hay que censurar los “bulos” y “fake news” por el bien de todos. El “Ministerio de la verdad”. Y eso lo dicen precisamente los mayores fabricantes de “bulos” y “fake news”. Seguimos adelante.
Me sumo a los agradecimientos. He leído la mayoría de los 35 post y coincido plenamente con lo de la incompetencia del Gobierno, aunque discrepo en la no calificación de tus post como buenos o extraordinarios. Para mi son inspiradores. Soy relativamente nuevo en el mundo de la fiscalidad y descubrí, unos días antes de la llegada del Covid, este magnífico blog. Me parece que en él escriben excelentes profesionales y grandes referentes de nuestro sector. Quizás la única divergencia respecto a la mayoría de opiniones imperantes en este bonito sitio sea que yo, tal vez por mi inexperiencia y/o juventud (tengo 42 pero aparento menos), tengo una visión un poco más optimista del futuro.
Gracias Jordi. La verdad es que, aunque, te parezca que no somos muy optimista, creo que lo somos y mantenemos mucho rescoldos de la esperanza de que las cosas cambien. Si no fuese así, hubiésemos tirado la toalla. Pero tomo cumplida nota. Te reitero el agradecimiento por tu tiempo e interés. Un abrazo. Emilio
Jordi, muy agradecido por tu comentario. No te preocupes, tu visión optimista se cura con el tiempo. De esa manera, permíteme decirte que, !disfrútalo! Un abrazo. Esaú
Gracias Emilio por ser referente, por tu escritura, por tus ideas (bueno, por plasmarlas), en fin gracias porque lo que muchos no tenemos tiempo e incluso, no tenemos la elocuencia de plasmar en escritos lo que tú comentas, estamos contigo en la manera de pensar. Una compañera de profesión.
Me sumo a los comentarios de agradecimiento y de elogio por tus artículos y a lo que en ellos expresas. Millón de gracias
Emilio, sigo con gran interés el blog desde hace tiempo, y con casi devoción tu diario de confinamiento.Trabajo en la Administración Tributaria, y no puedo más que darte la razón.
Muchas gracias por tu dedicación ¡