Manual de estilo para fiscalistas (III): el mal uso del verbo «concurrir»

«No podrán formar parte de los grupos fiscales las entidades en las que concurra alguna de las siguientes circunstancias: (…)»

Que un letrado soltara esta frasecilla en un escrito no nos sorprendería enormemente.

Si lo hiciera un juez -v.g. Sentencia de la Sala de lo Contencioso de la Audiencia Nacional de 4 de noviembre de 2010, en la que se dice que «en el caso examinado no concurre el vicio de incongruencia«-, la cosa sería más vituperable.

Pero es que, lo grave del caso, es que el primer párrafo del presente escrito es transcripción literal del apartado 4 ab initio del artículo 65 del Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre Sociedades, o sea, de un texto legislativo con rango de ley.

A muchos les sorprenderá mi inquietud ante ese uso del verbo «concurrir», porque se ha extendido en el mundo jurídico un uso absolutamente incorrecto del mismo, que ahora vamos a tratar.

Y solo tenemos que remitirnos a la etimología de la palabra para darnos cuenta del dislate con el que convivimos: «concurrir» viene del latín «con currere«, que significa  «correr conjuntamente».

De ahí se derivan los 5 significados que le da la Real Academia a esta acepción:

1. intr. Dicho de diferentes personas, sucesos o cosas: Juntarse en un mismo lugar o tiempo.

2. intr. Dicho de diferentes cualidades o circunstancias: Coincidir en alguien o en algo.

3. intr. Contribuir con una cantidad para determinado fin. Antonio y Manuel concurrieron con veinte mil pesetas.

4. intr. convenir (‖ en el parecer o dictamen).

5. intr. Tomar parte en un concurso.

De su lectura se comprueba, sin necesidad de una exégesis muy profunda, que para que exista concurrencia han de existir, como mínimo, dos actores o protagonistas, esto es, una pluralidad de personas o lugares.

Nos aclara aún más su uso el Diccionario de Dudas, al que me remito:

http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=concurrir

Visto todo lo anterior, resulta claro que el hecho de que «concurra alguna circunstancia» o que «concurra un vicio» es una contradicción en sí mismo, un imposible, un oxímoron en toda regla, ergo una incorreccción lingüística de gran calado a la que, como he dicho, nos hemos acostumbrado por la generalización de su uso por parte de sedicentes juristas de todo pelaje.

Por todo lo anterior, y para un buen uso de nuestra lengua y de nuestro Derecho, os propongo que intentemos concurrir en un uso acertado de la expresión y no dejemos de sorprendernos (e indignarnos) ante su lectura incorrecta en textos jurídicos.

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