Finalizadas las sucesivas campañas tributarias, extenuado y agotado, a las puertas de unas merecidas y necesarias vacaciones, alejo parcialmente mi mirada de la pantalla del ordenador y de los papeles de trabajo y compruebo que existe vida más allá de nuestro ámbito profesional. De hecho, casi sin darme cuenta, denoto que estamos de pleno en el verano porque la playa y el estilismo de chiringuito, léase, las chanclas, los shorts y las camisetas Dominic Toretto y demás aditamentos, han invadido el cemento y el asfalto de mi ciudad.
Una de las modas cada vez más extendidas y consolidadas es la decoración de la dermis mediante dibujos, símbolos, nombres, frases y demás; es decir, los tatuajes.
Llamadme antiguo, viejuno, carca o cualquier otro epíteto, sin embargo, sigo pensando que existe una alta correlación negativa entre inteligencia y número de tatuajes. Evidentemente, tengo la fortuna de no conocer la totalidad de las dermis de las personas con las que me relaciono personal y profesionalmente, por lo que no puedo tener un conocimiento exacto y cierto del número, tamaño y características de los eventuales tatuajes que pudieran tener y ocultar bajo sus ropajes. Ahora bien, aún con dichas limitaciones y centrándome en exclusiva en aquellos revestimientos fácilmente visibles, mi experiencia práctica ratifica mi conclusión apriorística.
No obstante, sea por el agotamiento mental, sea por mi real capacidad intelectual, porque los cuarenta son una edad complicada o simplemente porque quiero dejarme llevar y camuflarme en los ambientes de sombrilla, estoy valorando seriamente la posibilidad de que mi piel adquiera nuevas tonalidades y sirva de lienzo de expresión cultural y artística.
Y así, en esas, en la tumbona desganada, sopeso que los tatuajes hablan de su portador y son una expresión de su personalidad. Por eso, en mi caso, como fiscalista, qué mejor que un “tatuaje tributario”.
En primera instancia, me planteo de recurrir a un pequeño tatuaje y servirme de algún símbolo, discreto, no muy visible ni aparente, pero que de alguna forma lo pueda sentir y tenerlo presente. Por eso, he pensado en marcarme en la nuca el logotipo de la Agencia Estatal de la Administración Tributaria. Creo que sería una alegoría del día a día de todo buen ciudadano.
Por otro lado, como una de las modas es tatuarse frases o expresiones, y puestos a elevar el nivel, lo suyo sería transcribir el artículo 31 de la Constitución Española, vértice de la normativa tributaria, que dice “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio.”. El sitio ideal es una de las nalgas, esa zona que sabiendo que es nuestra, como no la vemos y hacemos por no verla, se mantiene lejos de nuestras miradas y que fácilmente podemos ocultar a los demás. Obviamente, como toda gran frase, merece la pena incluir una firma que le imprima carácter, y había pensado en acompañar dicha mención con la rúbrica “#TodossomosMessi”.
Siguiendo con mis divagaciones, y como soy tímido, para empezar, me planteaba la posibilidad de marcar la parte alta de alguno de mis brazos con el tipo general de retención de los rendimientos del capital, por ejemplo. Fijar ahí, claramente, un “19%”, del rollo críptico o alegórico, al estilo de los tatuajes bíblicos tipo “Jonás, 2, 10”. Esta idea tiene una derivada interesante, porque gracias a que tenemos un sistema tributario de una estabilidad parecida a la de un junco, en unos años, habremos conseguido tener una “manga” completa y todo el brazo estará íntegramente decorado. Se empieza en el hombro, y en una década, ya asomará por la muñeca…
Perturbado por el recuerdo de Robert Mitchum en la grandísima película de “La noche del cazador” he pensado en revisar y reversionar sus tatuajes en los nudillos de LOVE/HATE y estoy valorando que mis nudillos tengan marcados IRPF en los nudillos de la mano derecha y IRNR en la mano izquierda, con la esperanza que aquellos que me vean y, especial mis clientes, cuando vean mis manos sobre la mesa del despacho, sientan la tensión y la ansiedad de tener que el futuro de sus bienes y su destino está en mis manos…
Como opción más radical, porque si nos ponemos no vale la pena quedarnos a medias tintas, estoy pensando en que mi espalda sea el lienzo para la obra definitiva. En la parte superior, versionando y haciendo referencia al artículo 10 de la Ley 27/2014, de 27 de noviembre, del Impuesto sobre Sociedades, en grande, visual, con letra cursiva elegante y en negrita señalaré “La base imponible del Impuesto estará constituida por la renta del periodo y minorada por las BIN’s”. Y escribo BIN’s y no bases imponibles negativas de periodos impositivos anteriores, porque es más breve y, reconozcámoslo, los acrónimos son más resultones y tienen un punto irreverente y rupturista que encaja más con la idea de los tatuajes.
Pero eso sólo es la leyenda superior, que debería ir de hombro a hombro, por las líneas que me marcan las clavículas, ribeteada y resaltada. Bajo dicha leyenda, la gran obra maestra. Aprovechando la proximidad cromática, sería cuestión de reproducir las páginas 12 y 13 del modelo 200 del Impuesto sobre Sociedades, en las cuales, partiendo del Resultado contable antes del Impuesto (casilla 00500) se llega a la Base Imponible después de la Reserva de Nivelación (casilla 01330), con el total detalle, incluidas las líneas de puntos y los diagramas de las casillas. Ahí es nada. Toda la espalda ribeteada, hasta el final de nuestra cintura, marcada y demostrando que la obra humana no está exenta de misterio. Y por si no tenemos suficiente, como prolongación lateral, podemos marcar los costados con el detalle de las compensaciones de bases imponibles, las reservas de capitalización y nivelación, o el resumen de correcciones fiscales de la página 19. En resumen, la belleza de la simplicidad.
Como veis, tengo muchas ideas y divagaciones. Por eso, aturdido y agotado, he decidido que a lo largo de estos días de vacaciones valoraré detenidamente la elección del tatuaje. Espero vuestras recomendaciones.
Buenos días,
Ante los continuos y recurrentes cambios de % Retenciones ,,,, desaconsejo rotundamente el tatuaje ref. al tipo del 19 %.
un amigo psicólogo afirma que lo que hacemos externamente siempre tiene un transfundo interno,,,,,, y mi pregunta ex ¿ Qué necesidades básicas relevantes intentan satisfacer las perdonas que se hacen esos Tatuejes ? Demandan cariño, amor, aprecio , elevar su autoestima , autoconfianza , sentirse más seguros,,,,,?
SALUDOS ,!!!
Emilio, estás (estamos) fatal.
Te propongo una de las grandes frases de Pazos en Airbag. Yo me la pondría en el pecho para ir descamisado todo el día:
«¿Carmiña? Oye, que dejo esto, que es muy estresante… no mujer, interesante no, estresante. Oye Carmiña… tú tenías mucha razóoon… no te hize caaasooo…»
No sé por qué, pero cada vez que salgo de trabajar me viene a la cabeza 😉