Pues sí. No estamos aquí solo para atacar a Hacienda, tal y como ya me ha soltado un miembro de «la casa» ante la lectura del blog. También deseo contar el lado amable del Fisco. Ojalá llegáramos algún día a la situación de otros países europeos, donde la relación contribuyente-Administración tributaria es de franca colaboración, pero aquí la envidia y el engaño son un sello de identidad, ¡joder, somos latinos!
Recomiendo, desde aquí, un librito del maestro Klaus Tipke para el que le guste pelearse con su familia por encontrar un hueco para leer «cosas de trabajo»: «Moral tributaria del Estado y de los Contribuyentes. Ed. Marcial Pons».
Bueno, pues a la historia, que debería ser más cotidiana de lo que es: por primera vez desde que me dedico a esto, y ya hace unos años, un actuario de la Generalidad de Cataluña me ha presentado, en el seno de unas actuaciones de inspección, una valoración realizada por el perito de la Administración que, no es que no se adecue a las inviolables tablas de valoración del organismo, sino que ha supuesto un ahorro impositivo importantísimo al contribuyente, pues la valoración administrativa era un 75 por ciento inferior al mínimo de las citadas tablas.
Francamente insólito, casi diría yo que hasta primaveral…