El viaje había sido agotador. No sabía muy bien porqué, quizás el cansancio acumulado, las preocupaciones, los cambios horarios o sencillamente, aunque joven, Mario ya notaba que le faltaba la frescura de la primera juventud. En cualquier caso, este último viaje desde su base lunar en el transbordador Mercury había conseguido derrotarlo.
Afortunadamente, el día llegaba a su fin, era un miércoles como cualquier otro. Mientras trataba de relajar su mente, la lanzadera lo llevaba desde el centro nacional de viajes interplanetarios hasta su residencia en el aún recóndito valle de Benasque, un paraje singular que permanecía relativamente ajeno a la vorágine de las principales conurbaciones tecnológicas. La tarde era fresca, como suele ser habitual allá en aquellas montañas, y al desaparecer el sol, las temperaturas en el valle descienden de forma progresiva y notable. Sin embargo agradecía el gélido tacto en su rostro, pues aquel frío auténtico lo revitalizaba. En ese momento, al descender y tocar tierra firme, inspira profundamente, como para recobrar el aliento o, quizás, para recuperar algo de la vida que pensaba había dejado atrás.
Una vez abiertas las puertas del hogar, de nuevo, era el momento de comprobar y revisar la correspondencia. Como si de una especie de ritual se tratase, al entrar en casa, lo primero que hacía era visionar mensajes y comunicaciones oficiales, aunque, como solía ocurría con frecuencia, no existiría nada relevante, las mismas informaciones y documentaciones sin transcendencia. Por tanto, sea por placer o por obligación, quería que esa tarde no fuese distinta a las demás…
– Buenos días, Esther.
– Buenos días, Señor. ¿Repasamos la correspondencia oficial de su persona o de la empresa?
Había que reconocer que, por fin, el timbre de voz de la ama de llaves virtual (Virtual Housekeeper®) estaba realmente conseguido. Cada vez que retornaba a casa después de una ausencia prolongada de días, se estremecía al escucharla de nuevo… le recordaba demasiado a aquella chica con la que estuvo saliendo durante unos meses…
– Empecemos por la empresa, si te parece.
– Muy bien, Señor. Debo informarle que tenemos una comunicación en espera de la Agencia Tributaria.
– ¿Cómo? – La voz era la misma, pero el estremecimiento era distinto.
– Sí, señor. Hace tres días, el pasado 12 de enero, llegó una notificación oficial de que, por el plazo de diez días hábiles, deberá comunicarse y ponerse en contacto con el Cyborg NUMA 23486 de la Dependencia de la Inspección de Tributos.
– ¿Sabemos de qué se trata?
– El mensaje de puesta a disposición de la comunicación no lo concreta, sin embargo, tenemos conexión directa y en espera con el Cyborg indicado. ¿Qué desea hacer, señor?
Silencio. Silencio tenso.
«¿Lo cojo o no lo cojo?» Pensaba. «¿Huir? ¿Es posible huir?». No sabía muy bien porqué perdía el tiempo pensando.
Evidentemente, conforme la normativa tributaria vigente, podía esperar algunos días hasta recepcionar legalmente la comunicación de la Agencia Tributaria mediante la conexión directa con el Cyborg designado. No obstante, se daba cuenta que, con ello, lo único que conseguiría es la duda latente y la ansiedad por conocer de qué iba aquello. Algo no va bien. No lo entendía. ¿Por qué? Al fin y al cabo, su empresa ganaba dinero y no tenía constancia de haber ocultado o errado en nada específico. Hombre, no es que ganase para hacerse rico, pero tenía sus pequeños beneficios…
– ¡Qué remedio! Esther, ponme en conexión oficial con el Cyborg designado, por favor.
– Bien, señor. Un momento. Le transfiero la conexión.
Silencio. Cuando ya estaba a punto de arrepentirse, se ilumina la pantalla y aparece el rostro humanoide del Inspector de Tributos…
– Buenos días, Señor Mario. Soy el Cyborg NUMA 23486, debidamente calificado y habilitado en el ejercicio de funciones de la Inspección de Tributos de la Agencia Estatal de la Administración Tributaria. Por el presente, en calidad de administrador único, le hago entrega de forma telemática y virtual de la notificación con referencia 23EDF2830SK del inicio de actuaciones de comprobación e investigación con la Sociedad “Extracciones Lunares de Titanio, S.L.”, con C.I.F. ESB-87.935089-X, en concepto del Impuesto sobre Sociedades, en relación al ejercicio 2015… – Mientras, en la pantalla aparecen reflejados datos y la recepción de un documento en formato parecido a papel, por aquello de la referencia a los antiguos documentos impresos. La voz monótona del androide continuaba. – La presente conexión es segura, está siendo registrada y se establecerá una huella digital que valide la entrega y recepción de la comunicación. ¿Acepta y suscribe la recepción?
– Joder, ¡qué remedio me queda sino…!
– Disculpe, Señor Mario. – El disciplinado “funcionario” no estaba dispuesto a propiciar que aflorasen debilidades humanas. – Su respuesta no es oficialmente válida. Ruego se atenga a las opciones legalmente admisibles.
– Manda cojones…
– Disculpe, Señor Mario. Su respuesta sigue siendo oficialmente inválida. Rue…
– Joder, la madre que te parió… – Y es que, a pesar de la apostura y la apariencia humana, estaba claro que no era más que un maldito androide, una máquina, una perfecta máquina, programada para no desviarse ni un ápice de su objetivo.
– Le advierto que el empleo de términos ofensivos puede interpretarse como una falta de respeto y consideración para el personal de la Administración Tributaria y ello podría ser constitutivo de infracción tributaria. Le ruego que se serene y se calme, por favor. En caso contrario, iniciaré un expediente adicional.
Mario entendía ahora porqué su padre, un viejo y decrépito asesor fiscal de profesión, había decidido abandonar el ejercicio, aburrido y echando de menos a las personas que trabajaban en la Agencia Tributaria, a los que llamaba funcionarios o inspectores. Da igual. Con el cambio y sustitución de los humanos por aquellos productos de la ingeniería con inteligencia artificial, su padre se había convertido en un viejo dinosaurio enfrentado a los nuevos avances tecnológicos. El pobre no había sido capaz de manejarse más allá de las tabletas y los primeros teléfonos inteligentes y se había convertido en un hombre de época, un vulgar inadaptado… Hacía memoria de cómo, al final de su vida profesional, como si una gesta se tratase, su padre le narraba, sensiblemente afectado, alguna de sus discusiones y enfrentamientos, incluso a viva voz, con aquellos humanos de la Agencia Tributaria; de hecho, en algún momento le explicó, se había atrevido a mandar a la mierda a un humano que hacía de Inspector de Tributos…
No obstante, aquello había pasado a la Historia…
– Basta, ¡acepto y suscribo la conexión!
– Gracias, señor Ma…
– ¡Cómo si me quedase alguna opción! ¡Listo!!!
– Disculpe, señor. No he entendido bien.
– Es igual, déjalo. Repíteme, por favor, de qué va la comprobación tributaria.
– La comprobación e investigación tributaria hacen referencia al Impuesto sobre Sociedades correspondiente al ejercicio 2015.
– Perdona, no te he escuchado bien… ¿Hablas del año 2015?
– Sí, periodo 2015.
– ¡Pero si estamos en el año 2041!
– Cierto, señor. No obstante, en la declaración-liquidación del Impuesto sobre Sociedades y Corporaciones correspondiente al ejercicio 2039, la Sociedad “Extracciones Lunares de Titanio, S.L.”, con C.I.F. ESB-87.935089-X, aplicó una compensación de bases imponibles negativas por importe de 34.213 Euros. Según se hace constar en la declaración-liquidación presentada, dichas bases imponibles negativas se habían generado en el ejercicio 2015.
– A ver, vamos por pasos. Mi sociedad no existía como tal en dicho ejercicio…
– En efecto, la Sociedad “Extracciones Lunares de Titanio, S.L.”, con C.I.F. ESB-87.935089-X, es el resultado de un proceso sucesivo de operaciones societarias en virtud de las cuales se ha subrogado en el derecho de compensación de bases imponibles negativas. – No lo soportaba, aún no habían enseñado a los dichosos androides a percibir cuándo toca hablar y cuándo toca callar, – (…) Como documento anexo I se le transfiere y pone a su disposición el informe de evolución societaria efectuado por el Cyborg-Técnico especializado en Genealogía y Evolución de Sociedades Mercantiles. Como podrá verioficar, en dicho informe, las bases imponibles negativas aplicadas se corresponden con las generadas por la entidad “Troncos y Tuercas, S.L.” con C.I.F. ESB-60.293487. – Todo ello, con tono monocorde.
– ¿Y? ¿Cómo quieres que te aporte documentación de una sociedad que no es mía?
– No puedo darle respuesta. El caso es que, en caso de no acreditar la correcta generación de dichas bases imponibles negativas, deberá procederse a la regularización tributaria oportuna.
– Además, por aquel entonces, gran parte de la documentación era aún en papel…
– Utilice los medios técnicos disponibles para transformarla en datos legibles, por favor.
– Desconozco dónde están los registros informáticos, aunque fuesen ficheros antiguos, tipo PDF o demás, la contabilidad, los rastros de los movimientos económicos…
– Lo lamento. Pero, como le comentaba, en caso de no acreditar la correcta generación de dichas bases imponibles negativas, deberá procederse a la regularización tributaria oportuna.
¡Qué más daba! Mario pasarse todo el día dando argumentos o excusas. El caso es que aquellos malditos ciborgs, androides o comoquiera que se llamasen estaban perfectamente pensados y diseñados para ser implacables. En su momento, cuando se empezaron a implantar, el Ministro de Hacienda comentaba que una de sus grandes virtudes es que permitirían alcanzar el máximo grado de objetividad y profesionalidad, evitando así, incurrir en actuaciones subjetivas. Ahora bien, esas virtudes revestían un oscuro reverso para conseguir el “funcionario” perfecto: insensible, cerrado, monótono, especialmente programado para no sentir empatía y afinidad.
Mario ya podía patalear lo que quisiese, pero debería bucear en aquella parte de la Historia en la que su padre, el viejo y decrépito asesor fiscal, aún creyó que no todo estaba perdido en la profesión. Si su padre había sido incapaz de adaptarse a los nuevos desarrollos, ahora él debería afrontar si sería capaz de manejarse con papeles, documentos impresos y ficheros en soportes anticuados y demás… Tendría que volver 26 años para justificar un impuesto liquidado hace apenas un año…
Y todo, por aplicarse una compensación de pérdidas, de bases imponibles negativas…
Enhorabuena, Emilio. Inefable, sublime. Te has superado (y no lo tenias fácil). Un abrazo