Este relato está basado en hechos reales. Se han cambiado algunos datos y circunstancias para preservar la seguridad e identidad de su protagonista.
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Corría la mitad de la década de los 90s cuando mi apreciado primo Juanjo tuvo su particular aventura americana: una estancia de varios años en un estado del medio oeste, dando sus primeros pasos en su entonces incipiente -cosas de la edad, ya tú sabes– carrera como arquitecto.
La cuestión es que el bueno de Juanjo (y, en su caso, esto es un pleonasmo), entre unas cosas y otras, se tiró en Yanquilandia unos tres años, a caballo entre otros tantos períodos impositivos. En fin, un buen día aquello se acabó, se trajo de allí -no es poco- a la que terminó siendo -y es- su feliz esposa, y aquí paz y después gloria.
Ya hacía tiempo que había retornado a España, donde su vida transcurría plácidamente, cuando un día recibe una carta de la US-Embassy (como que impresiona más así, in english) sita en Madrid. La carta, oficial, obviamente, tenía un aspecto aséptico y hasta inocuo, pero su mensaje era nítido: en próximas fechas, el “Inspector itinerante” -¡ojo a la denominación!- del IRS (la AEAT estadounidense) estaría de paso (es un decir) por Madrid, y le convocaba en la propia Embajada a una reunión para la que ya tenía día y hora asignados.
Juanjo, imperturbable, evaluó sus opciones como haría todo ciudadaNOsúbdito que se precie: “A ver; esto me suena muy raro…, pero, en realidad, ¿qué tengo que perder? Estoy en mi país (quizá, Juanjo, ése era tu mayor riesgo y aún no eras consciente de ello), no me puede ocurrir nada, ¿no? Voy allí, veo a este tío, me entero de qué va esta vaina y a otra cosa”.
Y así fue: el día y a la hora señalada, Juanjo se personó en el número 75 de la madrileña (¡y glamurosa!) calle Serrano, presto a entrevistarse con el “Inspector itinerante”. Lo primero que le llamó la atención, ya in situ, fue el ambiente distendido que se apreciaba en la sala de espera “ad hoc”: todos los (presuntos) contribuyentes allí convocados transmitían una sensación de inmensa tranquilidad, con semblantes serenos (incluso destilando algo de alegría) y sin prisa alguna por desvelar el motivo por el que estaban en ese trance (que, para ellos, curiosamente no parecía tal).
Esa actitud grupal, tranquilizó algo a nuestro protagonista; autoconvenciéndose -una vez más- de que estaba donde debía, atendiendo la llamada del Tío Sam y que, en buena lógica, nada malo podría salir de aquella singular experiencia.
Tras un rato de disipada espera, le tocó su turno. Una vez en el despacho, sentado ya ante el “itinerante”, éste le expuso de un modo del todo plano y mecánico el asunto que allí les había convocado:
-. Buenos días.
-. Buenos días.
-. ¿Es Usted Juan José XXXXX YYYYYY?
-. Sí, lo soy.
-. Bien; si no tiene inconveniente, le voy a hacer unas preguntas que le agradezco que responda de modo claro y breve; ¿OK?
-. De acuerdo (Juanjo es muy suyo, y aquí prefirió usar un modo 100% spanish antes que adherirse a ese OK que el itinerante le brindaba).
-. ¿Usted residió en USA entre la primavera de 1993 y el otoño de 1995?
-. Sí.
-. OK. ¿Usted, en su día, pagó el IT (sorry, Income Tax), correspondiente a 1993 y 1994?
-. Sí; ya ha pasado algún tiempo, pero yo juraría que sí (Juanjo, aquí, dudó)…
-. Correcto; yo sé que sí. ¿Y el IT de 1995, Usted no lo pagó, verdad?
-. Eh…, pues ahora no sabría decirle. Ya estaba de regreso aquí y, quizá (¿!?) no…
-. Keep calm. Ya se lo digo yo: no lo pagó.
-. (…) Juanjo pone de cara de póker.
-. Le voy a explicar lo que va a pasar a partir de ahora: en USA se va a iniciar un procedimiento contra Usted. Como Usted no comparecerá en el mismo, se le declarará en rebeldía; eso supone que, si se le identifica en cualquier frontera del país, intentando entrar al mismo, se le detendrá allí mismo y quedará a disposición de un Juez Federal que será quien habrá de decidir sobre su futuro…
-. Eh…, pero,… ¿hay algo que yo pueda hacer para evitar todo eso?
-. Sí, of course. Usted puede pagar lo que le debe al US Treasury.
-. ¿Ahora?
-. No veo momento mejor.
-. ¿Admiten tarjetas?
-. Visa y Mastercard.
(…).
Con este relato 100% verídico, doy por cerrada la temporada 2022/2023.
Tengo por delante un verano -que no vacaciones- con una agenda algo complicada, así que retomaré mi actividad bloguera el martes 19/9.
Sean buenos y misericordiosos, disfruten del dolce far niente, y procuren ser felices.
#ciudadaNOsúbdito
Just as it goes in Spain
Muchas gracias, Nuria, por tu reflexión (tan breve como intensa).
Buenísimo XDDD Feliz verano!!!
Jajajajajaja!!! Muchas gracias, Maite. Lo mismo te digo.
Vamos a mejor!,,,,