Soy un ciudadano más. Otro de tantos. Sin apenas trascendencia. Estoy convencido de que mis palabras o acciones son, mayormente, irrelevantes. Sin embargo, entiendo que, en determinados y excepcionales momentos, por insignificante que uno sea y se sienta, debe decidir si mantenerse en una cómoda indiferencia y en el oscuro silencio o, por el contrario, exponerse abiertamente, asumiendo incomprensiones, desprecios e, incluso, pérdidas personales y materiales.
Hace unos pocos años, en plena efervescencia del denominado Procés en Cataluña, tuve la oportunidad de leer el relato autobiográfico «Yo no. El rechazo del nazismo como actitud moral» de Joachim Fest. En este relato, el autor, con profunda admiración y respeto, expone el recorrido vital de su padre y, sobre todo, su serena, firme y decidida resistencia frente al régimen nacionalsocialista.
Pues bien, como narra el autor, en un momento determinado, el padre, considera oportuno explicarles a sus hijos su sentir: «Un Estado que convierte todo en una mentira no debe entrar en nuestra casa. Al menos en el seno de mi familia no quiero estar sometido a la tan extendida costumbre de mentir«. Y, ante ello, les hace partícipes de una referencia marcada en su memoria que le sirve para afrontar los contratiempos y, en especial, el progresivo aislamiento social e, incluso, la persecución; una breve frase del Evangelio de San Mateo, «Etiam si omnes, ego non», algo así como «aunque todos (consientan o lo hagan), yo no».
Aunque, salvando las evidentes distancias, considero oportuno expresar mi oposición a la propuesta de amnistiar, sin mayores compromisos y exigencias, a personas que, en un momento determinado, reventaron la convivencia y promovieron la ruptura social en mi tierra, Cataluña, aparte de la malversación de recursos públicos. Las heridas se reabren y el dolor es ahora más profundo pues, más allá de la incertidumbre y el temor, hay la sensación de vivir una humillación gratuita por el beneficio de unos pocos.
Dejando el debate jurídico, estimo que esta medida supone una ruptura, de facto, del Estado de Derecho al imponer una arbitrariedad por el interés de unos pocos, a la vez que se erosionan todas las instituciones y el sistema político vigente, aparte de ser una amenaza para la frágil e inacabada democracia de nuestro país. ¿Dónde queda el imperio de la Ley? ¿Qué legitimidad tiene el Gobierno para que se respete la legalidad vigente? ¿Sobre qué bases se construye la convivencia si es posible destruirla sin que existan consecuencias? ¿Dónde queda la separación de poderes, el equilibro y control de los mismos? Y tantas otras preguntas.
Eventualmente, podría tener sentido debatir sobre dicha medida si, aparte de respetar las formas procedimentales en materia legislativa y de que se garantizase una verdadera independencia de los distintos poderes políticos (en especial, el judicial), se acordase la ulterior aprobación por el conjunto de la ciudadanía (artículo 92 de la Constitución) y, a su vez, los susceptibles de ser amnistiados, quedasen obligados a mostrar público arrepentimiento y formalizar un compromiso de no repetir los tristes sucesos acaecidos, como condición para beneficiarse de dicha excepcional medida.
Sin embargo, parece que todo vale para conseguir el poder. El fin justifica los medios. Y el reino de la mentira se propaga. Unos pocos aplauden, la mayoría calla.
Desconozco qué sucederá mañana y pasado mañana. Sea lo que sea lo que me depare, prefiero levantar la voz que vivir el deshonor del pusilánime.
No soy ejemplo de nada, todo lo contrario, lleno de errores y equivocaciones sólo sirvo de muestra de lo imperfecto. Ahora bien, al despertar, quiero soportarme la mirada ante el espejo y respetarme ante mis seres queridos.
Y, a pesar de todo lo que ello me suponga, me avergonzaría y me sentiría indigno si me mantengo callado e impasible ante una medida tan corrosiva y dañina para nuestro país, como es la anunciada amnistía, así como ante la actual deriva política y el evidente deterioro de nuestro régimen de derechos y libertades reconocidos en la teóricamente vigente Constitución.
Y finalizo con Viktor Frankl, «(…) al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la libertad humana – la libre elección de la acción personal ante las circunstancias – para elegir el propio camino».
Mi voz pequeñita e irrelevante se une a la tuya. Gracias por explicarlo tan bien. Somos muchos, ojalá se nos oiga
Cuanta verdad…
En esta oclocracia analfabeta siempre prevalecerá la Justicia: Los pusilánimes tendremos lo que nos merecemos.
Muchas gracias por expresarte y hacerlo con el sentir de otros muchos compañeros. Creo que la aprobación de la medida anunciada, por su relevancia, no puede ser hurtada al debate público formal y a la voz de todos los españoles. Es responsabilidad de todos los que estemos concernidos, más si cabe de los que por nuestra profesión somos juristas, advertir públicamente de la extrema gravedad de lo que está ocurriendo en el terreno político, al impedir a los españoles manifestarnos en las urnas ante semejantes medidas no anunciadas en una campaña electoral recentísima. Mi apoyo total a tus palabras.
Muchas gracias, Javier.
En esta ocasión no estoy de acuerdo con tu punto de vista, aunque lo respeto. No es el lugar para un debate de esta profundidad, pero me gustaría expresar que somos muchos los catalanes que queremos mayores cuotas de autogobierno. En el País Vasco las tienen y no veo problemas de convivencia.
Moltes gràcies, pel teu comentari i participació. Ara bé, prego revisis el meu text, doncs jo no entro a valorar idees, creences o pensaments. Senzillament, qüestiono una presumpta mesura política que, sota el meu parer, fa malbé la consistència institucional i jurídica del nostre país i, per tant, vulneraria del Estat de Dret, necessari i imprescinble per un mínim marc de convivència i respecte mutu. Aquesta proposta és dolenta i perillosa per tots, per el comú, facilitant l’arbitrarietat e impunitat dels poders polítics. La qüestió no és qui, sinò el què. Una cosa es defensar un major autogovern (molt legítim i respectable, encara que no ho comparteixi), la seva conveniència i oportunitat, i una altra és que algú consideri que, els seus fins i aspiracions justifiquen vulnerar la Llei sense consequències. A més, no oblidis que aquesta mesura no respón a un veritable interés per la convivència a Catalunya (i la resta d’Espanya), sinò que obeeix a la aritmètica política (interès particular). Dit això, et reitero el meu agraïment i encantat de debatre i comentar amb tu. Una abraçada.
Gràcies a tu per la teva resposta. Una abraçada
Como catalán le entiendo totalmente Sr. Pérez Pombo. El problema para mi no es el fin, la amnistía es plenamente lícita con el consenso adecuado y después de un hondo debate público. Las formas son lamentables, la simple aritmetica política. Es más leña para el fuego que a nuestros políticos cortoplacistas les da absolutamente igual.
La desafección con el sistema no parará de crecer, yo estoy profundamente decepcionado. Estamos en manos de unos irresponsables y unos caraduras.
Gracias Jordi. Compartiendo su sentir, no perdamos de vista que los representantes son los que hemos escogido y son parte de nuestra sociedad. Quizás debamos hacer una reflexión o autocrítica sobre cómo somos, a nivel individual y como sociedad, para mejorar, aprender y cambiar esta dinámica. No pierdo la esperanza. Un fuerte abrazo y muchas gracias por participar.
Muchas gracias por tu artículo. Desde luego que no eres un ciudadano sin apenas trascendencia, eres un valiente. Comparto el contenido de tu artículo al 100% y le daré toda la difusión que pueda, porque dificilmente puedo escribir otro mejor. De nuevo MUCHAS GRACIAS.
Gracias por participar y difundir, Miguel. Un abrazo,
¡Enhorabuena por tu valentía, Emilio! GRACIAS por tus palabras y que calen en la sociedad…
Muchas gracias, Carmen.
Don Emilio! Hacía mucho que no le leía…»mea culpa»…pq cuando uno quiere uno puede….aunque siempre está en mi mente pq sus palabras me acompañaron en aquellas noches de espera del BOE en PANDEMIA…(q rapidez tenemos los ciudadanos de este país para olvidarnos ……) Siempre ha sido y es un placer leerle…..pero simplemente refleja lo que siempre he pensado de Ud. sin conocerle ÍNTEGRO, VALIENTE, HONESTO…….GENTE DE BIEN…..quizás es simplemente lo que necesita este país GENTE DE BIEN.
GRACIAS!!!
Gracias Carmen, pero tus palabras son inmerecidas. Intento hacer bien las cosas, pero con mucho que aprender y mejorar, demasiadas limitaciones e imperfecciones en el camino. Un fuerte abrazo.
Con el debido respeto y con el mismo ánimo de poderme mirar al espejo cada mañana, desde la discrepancia, quizás, solo quizás, si la Ley se hubiera aplicado en sus estrictos términos –y no como se ha hecho– contra aquellos que, con la misma legitimidad de los que defienden la unidad de España, defienden la independencia de Cataluña, ahora no sería necesaria una Ley de amnistía.
Desde la discrepancia, quizás, solo quizás, si el poder judicial no hubiera elaborado un Derecho penal del «enemigo» y se hubiera limitado a aplicar las leyes sin ningún sesgo político, ahora no sería necesaria una Ley de amnistía.
Desde la discrepancia, quizás, solo quizás, si la actuación de los poderes del Estado se hubiera encaminado a defender los derechos fundamentales que también consagra la Constitución (hoy vigente) y los Derechos Humanos, y no se hubiera puesto por delante un teórico bien mayor, como es la indisoluble unidad de la Nación española, ahora no sería necesaria una Ley de amnistía.
Desde la discrepancia, quizás solo quizás, si el Estado (y buena parte de la ciudadanía española) se creyera lo que preconiza el artículo 3.3 de la CE, ahora no sería necesaria una Ley de amnistía.
Por tanto, no sé si los susceptibles de ser amnistiados deberían quedar obligados a mostrar público arrepentimiento y formalizar un compromiso de no repetir los tristes sucesos acaecidos, como condición para beneficiarse de dicha excepcional medida, pero de ser así, igual el Estado también debería asumir el compromiso de apartar de la judicatura a aquellos que han dictado sentencias en juicios que posteriormente se han declarado injustos por los Tribunales internacionales, por haber vulnerado los derechos fundamentales del procesado ( y no es una hipótesis, puesto que ya se ha condenado al Estado Español en más de una ocasión a indemnizar a las víctimas de las referidas Sentencias — indemnización que, por cierto, pagamos todos).
Finalmente, a pesar de mi manifiesta discrepancia con el fondo de su opinión, no puedo estar más de acuerdo en que nos encontramos ante una deriva política y un evidente deterioro de nuestro régimen de derechos y libertades reconocidos en la teóricamente vigente Constitución, lo que resulta cuanto menos curioso encontrándonos a las antípodas el uno del otro a nivel ideológico, lo que a todos nos debería hacer reflexionar.
Enhorabuena por tu artículo
Absolutamente de acuerdo con todo el artículo, no se puede expresar mejor. Soy (he sido hasta hace poco) votante socialista desde las primeras elecciones en los años 70 y ahora se me cae la cara de vergüenza de ver a dónde nos está llevando el afán perverso de conseguir el poder a cualquier precio. No quiero esta amnistía ni a este presidente que está dividiendo en dos a la sociedad. Y como jurista, no puedo admitir esta usurpación de poderes, derechos y libertades.