Etapa final. Hoy toca mi despedida. 50 días de bitácora diaria, de confinamiento, de ilusiones, esperanzas, preocupaciones y renuncias compartidas. 50 días agridulces que nos marcarán o, al menos, debieran quedar grabados en nuestra memoria, para siempre.
Ha sido una experiencia única y personalmente inolvidable. Ahora bien, he acabado con el alma descosida y necesito un amplio periodo de tiempo para la sutura, para procesar esta crónica personal y la narración de vivencias acaecidas estos días. Pero antes de dejar este balcón diario, mi particular recopilación y mi última ofrenda.
«No queremos cambiar. Cada cambio es una amenaza para la estabilidad».
La actual crisis es cambio. Lo tenemos y experimentamos, no podemos negarlo. El cambio nos genera inestabilidad y una gran incertidumbre. Ante ello, las personas nos sentimos vulnerables, pero, realmente, los cambios son inherentes a nuestra propia condición de seres libres, a nuestra frágil humanidad. Lo aleatorio y el azar nos ha acompañado siempre en nuestra Historia y ha sido el necesario revulsivo para obligarnos a encontrar por nosotros mismos en la inmensa oscuridad para encontrar la luz, la transformación, la adaptación y la superación.
«Porque nuestro mundo no es el mismo que el de Otelo. No se pueden hacer automóviles sin acero, y no se pueden hacer tragedias sin inestabilidad social. El mundo es estable ahora. Las gentes son felices; tienen cuanto desean, y no desean nunca lo que no pueden tener. Están a gusto; están seguras; nunca están enfermas; no tienen miedo a la muerte; viven en una bendita ignorancia de la pasión y la vejez; no están cargados de padres ni madres; no tienen esposas, ni amantes que les causen emociones violentas; están acondicionados de tal suerte que, prácticamente, no puedan dejar de comportarse como deben de producirse. Y si cualquier cosa no anda bien, ahí está el soma.»
Pero ese no es mi mundo. Quiero llorar, quiero desgarrarme y gritar. No quiero vivir en una caverna de imágenes idealizadas. Las circunstancias me han arrebatado la posibilidad de abrazar y despedirme de mi madre y, mañana, día de la Madre, la viviré con nostalgia mirando un cielo donde me aguarda. Pero además de mi huella, han muerto decenas de miles de personas y otros muchos han padecido enfermedad y sufrimiento. Quisiera estar su lado, compartir su dolor. Son mis vecinos. A ellos mi memoria y recuerdo. Y mi más profundo desprecio para los que, en aras de su mundo feliz, los han vuelto invisibles; para lo que, en el altar de su ignorancia culpable han sacrificado su condición humana.
La muerte, las enfermedades, las preocupaciones y ansiedades por nuestros hijos y familiares, la nostalgia de los que no están, las dudas sobre nuestro devenir personal, la inquietud por la responsabilidad de nuestros actos y decisiones, en definitiva, esas emociones y pasiones que nos asaltan no son una anomalía, sino todo lo contrario, es un síntoma de que no hemos renunciado a nuestra esencia de hombres y mujeres libres, mortales y bellos.
«(…) tras la Guerra de los Nueve Años. Las gentes estaban dispuestas entonces hasta a que se les vigilasen sus apetitos. Cualquier cosa a cambio de vivir tranquilos. Siempre hemos vigilado desde entonces. Claro es que esto no ha sido muy bueno que digamos para la verdad. Pero sí para la felicidad. Todo tiene su precio. La felicidad había que pagarla.»
Yo no estoy dispuesto a pagar este precio. Esto puede ser que me condene al ostracismo, a vagar por los arrabales, pero me es indiferente, tengo claro que no quiero vivir tranquilo ni durmiente, sino que, vivo, inmensamente vivo en el incierto combate del día a día, con las grandezas y miserias que se me presenten.
En cualquier caso, esto no me convierte en especial. Al contrario, aunque no siempre lo parezca, los hombres y mujeres de este hermoso país tienen la grandeza y el orgullo de rebelarse ante aquellos que pretenden someterlo. Y es que, no nos gusta pagar precios ni tributos, no somos de rendir honores. Somos hermosamente ingobernables.
«La actual felicidad siempre parece muy menguada en comparación de las compensaciones que brinda la miseria. Y, además, la estabilidad no es ni con mucho tan espectacular como la inestabilidad. Y el estar satisfecho no tiene el encanto de una denodada lucha contra la desgracia, ni el pintoresquismo de una pugna contra la tentación, o de una fatal derrota a manos de la pasión o de la duda. La felicidad nunca es grandiosa«.
No os dejéis arrebatar vuestro derecho a luchar y pelear por vuestros sueños e ilusiones. La miseria, las dificultades, las dudas y contratiempos, la inminencia e inevitabilidad de que no será posible continuar, son riesgos y situaciones que debemos afrontar.
Que la tormenta se cierne ante nosotros, no es motivo para arrugarnos. Nunca lo hemos hecho y no hay motivo para arredrarse. Olvidaos de Administraciones e instituciones, no hay señores que vengan a vuestro rescate. Estáis solos, estamos solos. Somos un pueblo de quijotes que ha logrado salir siempre adelante. Somos el 2 de mayo. Sin embargo, no tengo ninguna duda que, aún con heridas y daños, queda mucha gente válida y ambiciosa que hará que levantemos de nuevo nuestro este país y superemos las dificultades.
No os dejéis tentar, no pidáis que os regalen felicidad, confiad en vosotros y ganaos el derecho a obtenerla por vosotros mismos, con vuestro esfuerzo y dedicación.
«Si tuviese un poco de sentido, comprendería que su castigo es en realidad un premio. Le mandan a una isla. Es decir, le mandan a un lugar donde hallará la compañía de los hombres y mujeres más interesantes que podría encontrar en todo el mundo. Cuantas personas que, por una u otra causa, han alcanzado demasiada personalidad para poder adaptarse a la vida en común. Cuántas personas no están conformes con la ortodoxia. Cuantas tienen ideas propias. Cuantas, en una palabra, son alguien.»
No quiero aplausos ni agradecimientos, al contrario. No hay mayor recompensa que el tiempo que me habéis regalado. Ahora toca retirarme. Abandonar este balcón público que me es tan ajeno. Confinarme y refugiarme en el silencio.
Este periodo me ha permitido conocer y acercarme a muchas personas interesantes que me enriquecen humanamente y me aportan sentido a la vida. Es el mayor legado de esta experiencia pública. Personas con una sencilla y potente búsqueda de la verdad, con ideas propias, que están dispuestas a derribar la tiranía de lo políticamente correcto. Es un privilegio haber compartido palabras con vosotros.
Así que, a mi isla particular, aparte de mi familia y mis seres queridos, me llevaré conmigo a todos aquellos que, en estos días de confinamiento obligatorio, me habéis ayudado y hecho de mi estancia un refugio contra la desesperanza y la duda. Un retiro que, al final, es un premio, aunque hoy no me lo parezca.
«- Pero yo no quiero la comodidad. Yo quiero a Dios, quiero la poesía, quiero el verdadero riesgo, quiero la libertad, quiero la bondad. Quiero el pecado.
– En resumen – dijo Mustafá Mond – usted reclama el derecho a ser desgraciado.
– Bueno, vaya – dijo el Salvaje – reclamo el derecho a ser desgraciado.
– Sin hablar del derecho a envejecer y volverse feo e importante; el derecho a tener sífilis y cáncer; el derecho a tener poco que comer; el derecho a ser piojoso; el derecho a vivir en constante inquietud por lo que ocurrirá mañana; el derecho a pescar la tifoidea; el derecho a ser atormentado por indecibles dolores de todas clases.»
Sí, los reclamo todos.
Soy un Salvaje, alguien simple y entusiasmado, que poco más tiene que ofrecer. Así que, una vez concluido este periplo, toca retirarse definitivamente a la Reserva, al lugar del que temporalmente me alejé y me corresponde. Allá me encontraréis. Allá os esperaré con los brazos abiertos. Mi cariño y agradecimiento.
* * * * *
* Los párrafos intercalados se corresponden a «Un mundo feliz» de Aldous Huxley.
Después de estas profundas y arrebatadoras palabras, no nos abandone. Necesitamos faros como el que usted nos proporciona. O al menos compañeros de camino.
Gracias Thomas, pero no te quepa duda que tienes luz propia. De momento, me daré un descanso. Espero volver y seguir, aunque sea con menor frecuencia. Además, el resto de compañeros del blog seguirán ejerciendo su magisterio. Un abrazo y hasta la próxima.
Excelente.
Un placer y gracias, Carlos.
¡Qué sorpresa! Ya te habíamos incorporado a nuestra lista de asuntos de cada día. Y ahora, de golpe, te nos vas, Emilio. Tienes todo el derecho a hacer lo que te pida el cuerpo; y, ciertamente, 50 relatos tienen su aquél… Pero nos dejas sin la lectura de tu blog.
Tú sabrás lo que te habrá costado, supongo, por la angustia de no faltar a la cita diaria que te habías impuesto; pero tienes que saber que, aunque silentes -como yo- tienes seguidores que aprecian, y mucho, todo lo que escribes y cómo lo escribes.
Particularmente, me interesó -y me afectó- el que dedicaste a los Centros Especiales de educación, en peligro de extinción. Mi familia ya milita en el equipo de defensa de ellos.
En fin, todo tiene su fin. Muchísimas gracias por lo que has hecho por nosotros en estos 50 días de confinamiento puñetero. Te esperamos otro día, sin virus, por supuesto. Un abrazo,
Enrique Giménez-Reyna
Gracias D. Enrique. Un honor sus palabras. Emocionantes. Un descanso para coger fuerzas. Muchas cosas por delante y, entre otras, asegurar oportunidades y un futuro mejor a nuestros hijos. Y por supuesto, espero volver aquí. Un abrazo.
Emilio, de alguna manera todos somos o deseamos ser de alguna manera 2 de Mayo!!
Un Abrazo mi muy Buen Amigo….
Gracias querido Salva. Un fuerte abrazo con la ilusión de volvernos a ver pronto. Emilio
Gracias Emilio, por habernos hecho un poco más llevaderos estos 50 días. Hemos esperado cada día con gran interés cada una de tus intervenciones. Juntos seguiremos luchando contra “la tiranía de lo políticamente correcto”. Gracias y un saludo.
Gracias por tus palabras y tu compañía. Un abrazo
Gracias Emilio por estas reflexiones y por las de los 49 días que la precedieron, por compartir con todos nosotros tus pensamientos y sentimientos. En especial por esa despedida que, gracias a la semblanza que hiciste de tu madre, la hicimos todos un poco nuestra. Espero que sean muchos los años que deba aguardarte en ese cielo desde el que se siente tan orgullosa de su familia.
Igualmente deseo que esta experiencia sea única porque no vuelvan a repetirse las circunstancias que llevaron a ella.
¡Suerte colectiva para la “vuelta a la nueva normalidad” en la que, sin duda, seguiremos atentos a los magníficos post de FiscalBlog y sus certeros análisis!.
Lo que venga, lo afrontaremos sin duda. Vamos adelante, siempre. Muchas gracias por tus palabras tan amables y sentidas. Un abrazo.
Estimado Emilio, encontré tarde tu blog, pero he disfrutado leyendo tus escritos. Gracias. Cuídate, cuida de los tuyos. Hasta siempre.
Así lo haré. Igualmente. Pero te invito y recomiendo que sigas el blog, mis compañeros seguirán al pie del cañón y son mucho mejores. Hasta pronto. Emilio.
Gracias por tu compañía, por tus palabras de aliento, por las de ira, por todas esas palabras que he (hemos) leído con avidez. Por hacerme sentir triste o invencible o una simple vasalla de la administración. Gracias.
Cuando uno siente y se emociona, está radicalmente vivo. Y si la razón y tu conciencia te acompaña, eres invencible. No lo olvides. Un abrazo.
Muchas gracias de verdad. Gracias por esta bitácora.
Gracias a vos por regalarnos tu tiempo. Un abrazo.
Gracias por formar parte de nuestra rutina de cuarentena. Un placer!
Intentaría hacer un compendio de los comentarios que te han llegado por cuanto los comparto todos. Como ello no es posible, mil gracias por tus palabras, tus análisis …. la brillantez con que lo expresas. Muchas gracias Emilio, sinceramente, un honor y suerte haber tenido la oportunidad de concerté. A través de tus escritos evidencias tu valía como profesional …. y como ser humano. Un abrazo, larga vida para ti y tu familia.
Al hilo de su magnífica loa sobre la libertad…efectivamente, son muchos los españoles que piensan como Vd. Personas, que, cuando los fantasmas lideran, resurgen de su olvido, para enderezar.
Hace poco, leí algo sobre los redactores de la Constitución de 1812. De origen humilde, pero no por ello más menos inteligentes, valientes, decididos y forzados, que en un mundo que se hundía supieron recomponer España sin más medios que su santa voluntad de hacer las cosas.
Allí empezó una historia de España ilusionante, donde filipinos y mexicanos eran tan españoles como gaditanos o madrileños y donde se rompían las cadenas del absolutismo. Luego, la historia, devino como todo el mundo conoce. Pero estos españoles, de origen tan humilde, supieron vislumbrar un futuro para España, entonces perdido, que es cierto que duró poco.. pero no por ello careció de importancia.
Y si, existen muchos españoles, desde catalanes y gallegos, hasta gaditanos, pasando por extremeños y murcianos que pensamos igual… Pero para expresar el pensamiento, allegar afectos, y pasar a la acción, es preciso haber nacido con el don de la voz… y eso es muy escaso.
Vd. don Emilio, tiene esa voz…la expresa en este foro que seguimos, nos refuerza y anima, y nos hace no sentir la soledad del extraño en este mundo de ideas falsas, y creo no equivocarme decir, que siempre nos tendrá a su disposición.
Deduzco, que redactar a diario un artículo pleno de sentimiento y erudición es un trabajo arduo… Yo no consigo redactar más que tres líneas con sentido y en tres horas… y las más de las veces, ni lo logro…Entiendo y comprendo ese retiro al que alude, pero nunca que sea definitivo, porque vd sí está dotado de magisterio que debe expandir, porque, además, podría ser hasta su obligación.
Porque únicamente las personas que saben expresar su magisterio son las que están llamadas a cambiar el mundo, o a menos, a no dejarlo abandonado a su suerte. Ya sabemos aquello de que el mal triunfa cuando las personas que deben evitarlo callan.
… Nosotros, únicamente le podemos seguir y que su magisterio refuerce nuestros actos diarios para ser consecuente con esa idea que proclama.
Así que… no está bien que silencie sus conocimientos para siempre.
Muchas gracias Juan José por sus emotivas palabras. La verdad es que me ruboriza y me cuesta aceptarlo. No obstante, comparto gran parte de sus aseveraciones. No soy partidario de callar y vivir en la indiferencia. Quizás ahora necesite algún tiempo de reflexión más y además los quehaceres cotidianos me impiden seguir el mismo ritmo. No obstante, también pienso que todos debemos dar un paso adelante. Nadie es indispensable y yo mucho menos. Dicho esto, por supuesto, seguiré en este blog, aunque con menor frecuencia. Muy agradecido. Emilio
Respetamos tu retiro y silencio, compartimos tu dolor y tristeza…. simplemente esperemos que sea temporal.
Como dice Lucia Gil en su canción «…, es tiempo de escondernos. Tal vez sea la forma de encontrarnos otra vez»
Aguardaremos con impaciencia leerte de nuevo
Muchas gracias por todos lo que has comentado a lo largo de todos estos días, han sido un apoyo moral ante muchos momentos de impotencia y rabia.
Admiro su forma de expresarse y espero que su retiro sea mínimo y vuelva a deleitarnos con sus artículos.
Mil gracias.