El pasado 1 de febrero de 2021 se publicó la Resolución de 19 de enero de 2021 de la Dirección general de la AEAT de las directrices generales del Plan Anual de Control Tributario y Aduanero de 2021. Una nueva edición de las líneas maestras a seguir por la AEAT para el cumplimiento de su «objetivo estratégico fundamental y permanente«, la famosa «lucha contra el fraude fiscal«.
Ya sabemos que, para los fieles devotos de la religión estatal, esto de la «lucha contra el fraude fiscal» es su mantra oficial para alcanzar su «liberación» espiritual, el nirvana. Por lo visto, la repetición sistemática y persistente de la mencionada expresión, consigue que una parte de la población alcance un estado de levitación, eliminación del dolor y sufrimiento, abandono de la conciencia y entrega total, en definitiva, una sumisión gozosa.
Allá cada cual con sus creencias y devociones. Así que, mientras se dedican a recitar el cansino instrumento mental, a mí me da por ojear el susodicho Plan Anual, a ver qué ideas le rondan por la cabeza de las mentes pensantes de la Agencia Tributaria.
El primer apartado, denominado «Información y asistencia», me confirma una idea que intuía por la experiencia práctica de estos últimos meses; aprovechando el COVID-19, la Agencia Tributaria pretende reducir a la mínima expresión el contacto y atención directa con los ciudadanos. Por fin se han sacado de encima a esos pesados contribuyentes que van a importunar con sus demandas e incluso osan cuestionar el buen hacer y los santos fines de la Administración tributaria.
A partir de ahora, distancia social. El contribuyente lejos de la Administración. Si quiere algo, web, chats y alguna videoconferencia, pero, siempre, bien lejos del funcionario de turno, no sea que le genere algún tipo de incomodidad. Incluso pretenden automatizar las respuestas e interacción con los contribuyentes, como cualquier empresa de suministros. Es más, hasta han creado AVIVA, la competencia de SIRI® o Alexa® en materia de IVA, eso sí, programada no para servirte sino para recordarte tus deberes para con la Agencia Tributaria (y, por supuesto, siempre conforme a sus criterios e interpretaciones…).
Ahora bien, siguiendo con su lectura, el redactor del Plan deja asomar la patita y apunta que todas las plataformas digitales «permitirán adecuar estas tareas al perfil y necesidades de los contribuyentes«. Repito, se adecuarán «al perfil» de los contribuyentes. Por lo visto, a partir de nuestros datos, pretenden hacer «perfiles» de los contribuyentes como si fuésemos delincuentes: este es un contribuyente con un pasado disfuncional, este es un incumplidor sistemático, este presenta rasgos de doble personalidad, este tiene un comportamiento errático, etc.
Esta afirmación no es gratuita, sino que engarza con el siguiente punto:
«i) Implantación de análisis de «BigData» en el ámbito del IRPF, para la puesta en marcha de un proyecto que trata de reducir, utilizando la experiencia obtenida, los errores del contribuyente al presentar su declaración, en línea con las estrategias internacionales y técnicas «nudge» (dirigidas a alentar y fomentar un comportamiento fiscal correcto) basadas en el enfoque «behavioural insights» (enfoque hacia una mejor comprensión del comportamiento del contribuyente). Mediante técnicas de análisis «BigData», se obtienen las características descriptivas que definen al contribuyente tipo que, en ejercicios anteriores, al presentar su declaración de IRPF no utilizó los datos fiscales que le fueron suministrados y se equivocó al hacerlo, definiéndose un perfil tipo. Se centra en casillas del rendimiento del trabajo y se pretende implantar sistemas de asistencia para alertar a los contribuyentes afectados de manera que se reduzcan los posibles errores en la presentación.»
Para poneros en contexto, esto del «behavioural insights» está vinculado con las denominadas ciencias del comportamiento y que, especialmente, en la Economía ha supuesto una evolución de las teorías o pensamiento teórico, al tomar referencias de la psicología cognitiva para explicar las tomas de decisiones económicas. Si recordáis, os hablé de ello hace unos meses, en pleno confinamiento (ver aquí y aquí).
Pues bien, aquí los amigos de la Agencia Tributaria se basan en eso tan cool llamado teoría del pequeño empujón («nudge theory«) o empujoncito, formulada en su momento por los profesores Richard Thaler (Premio Nobel 2017 de Economía) y Cass Sunstein (1) y que el beato Barack Obama ya trató de implementar en su país.
Los autores definen el «empujoncito» como «cualquier aspecto en una arquitectura de la elección que modifique el comportamiento de las personas en un sentido predecible«. Es decir, estamos ante una «microingeniería social» basada en leves intervenciones en el entorno de una persona a fin de favorecer la toma de decisiones en un determinado sentido.
Como Shoshana Zuboff (2) señala, sin llegar a un condicionamiento propiamente dicho, esta teoría encaja dentro del concepto de «afinación», entendida esta como aquellas técnicas dirigidas a moldear sutilmente el comportamiento de una persona en un momento y lugar preciso, e influir en la toma de decisiones.
En resumen, que los amigos de la Agencia Tributaria, sin rubor, pretenden utilizar el «Big Data» como cualquier otra plataforma tecnológica (las denominadas FAMGA) para actuar e intervenir en nuestro comportamiento humano, aunque sea, «sólo», para «afinar» nuestros actos y decisiones.
Conviene precisar que, los autores animaron a los Gobiernos a adoptar sus teorías para ayudar a los ciudadanos a tomar «buenas decisiones» como, por ejemplo, el fomento de una adecuada alimentación. De hecho, una de sus propuestas modelos hablaba de que, en los comedores de estudiantes, se situase la comida saludable en un lugar preferencial y, en cambio, la «comida basura» se ubicase en posiciones menos accesibles.
Ahora bien, la Agencia Tributaria pretende utilizar estas técnicas en un ámbito que no es neutral o inocuo para los ciudadanos, como es el cumplimiento de sus obligaciones tributarias. Tengamos presente que existen muchas cuestiones controvertidas o que existe un margen de discrepancia interpretativa, así como economías de opción, que pueden ser objeto de «afinamiento» con un evidente sesgo a favor de la Administración tributaria.
Es decir, aquí se da un grave salto adelante pues, por un lado, se busca abiertamente «afinar» a las personas y, por otro lado, se utilizan las nuevas tecnologías y, en particular, nuestros datos, para conocernos, monitorizarnos y establecer «perfiles». Y todo ello, con una finalidad claramente recaudatoria, con el hediondo aliento tecnológico de la Administración sobre nosotros.
Como se señala literalmente en el Plan de Control Tributario, las nuevas herramientas y sistemas de asistencia están «dirigidos a la mejora del cumplimiento de las obligaciones tributarias en período voluntario, promoviendo un ensanchamiento de las bases imponibles declaradas». Ojo al dato, no tratan de promover el «correcto cumplimiento de las obligaciones tributarias» sino el «ensanchamiento», es decir, un aumento voluntario de las bases imponibles… ¿Acaso nos quieren estimular a consignar rentas que si siguiéramos una interpretación razonable no declararíamos? ¿Pretenden introducir diseños o señuelos para que cometamos errores en favor de la Administración? Perdonad, ¿pero qué mierda es ésta?
Con estos «empujoncitos», lo extraño no es que el Rubius y unos pocos emigren, sino que no exista una avalancha humana para huir…
Posteriormente, en el apartado III, «La investigación y las actuaciones de comprobación del fraude tributario y aduanero«, dentro de la amplia colección de objetivos, ensoñaciones, prejuicios y demás, en el apartado A.2 de Análisis Patrimonial de personas, se explicita que «la Agencia Tributaria ha impulsado la captación de nuevas fuentes de información, las cuales, unidas a herramientas masivas de tratamiento de datos han permitido determinar el patrimonio neto de los ciudadanos, sus flujos globales de renta y sus relaciones familiares, económicas y societarias.«
¿De qué nuevas fuentes de datos estamos hablando? ¿De qué datos se trata, quién tendrá acceso a los datos, cómo se custodiarán, se compartirán con otras administraciones u organismos públicos, etc?. Nada se señala, todo muy democrático y transparente.
En este sentido, el «BigData» no es intrínsecamente malo, al contrario, dependerá de sus usos y fines reales, así como de su diseño y configuración (de las limitaciones, de la posibilidad de establecer controles, etc.). Es una herramienta que, en buenas manos y con una orientación adecuada, permitiría a la Administración conocer qué debería hacer para facilitar realmente al ciudadano el cumplimiento de las obligaciones tributarias, detectar qué sectores de actividad están más afectados por la actual crisis económica, eliminar duplicidades administrativas y parte de las desproporcionadas obligaciones formales, etc.
Pero, por lo visto, en manos de la Agencia Tributaria, el «BigData» tiene otras finalidades, entre otras, elevar un Muro de Berlín digital para retener contribuyentes: «Estas herramientas, basadas en el procesamiento de «BigData», han hecho posible efectuar de manera sistemática el análisis de residencia, sobre contribuyentes que figuran como no residentes en las bases de datos tributarias. Este análisis ha permitido obtener, en su caso, los indicios necesarios para poder determinar la presencia durante más de 183 días en territorio español, la existencia en nuestro país de un centro de intereses económicos relevante y operativo, así como la existencia de relaciones familiares que permitan inferir la residencia en España.»
En definitiva, somos la China del Mediterráneo.
Para ir finalizando. Existen muchas personas, sorprendentemente, alguna de ellas a la que admiro y tengo un especial aprecio, que, en lugar de denunciar lo que está sucediendo o, por lo menos, exigir el máximo de transparencia, controles y garantías para nuestras libertades y derechos ciudadanos, se dedican a proclamar a los vientos las bondades de este Plan y el uso de las nuevas herramientas para el control y monitorización de las personas. Sin comentarios.
Mientras, la masa sigue ausente y silente. Deambulamos pensando qué serie veremos esta noche de las que la plataforma de turno nos deja escoger, contestamos mensajes de forma rutinaria sin preguntarnos porqué disfrutamos de un servicio de forma gratuita, pasamos continuas pantallas y, todo ello, sosteniendo entre nuestras manos el perfecto dispositivo de control. Y, si alguna vez, dudáis de vuestra existencia, ya sabéis, recitad de forma monótona «lucha contra el fraude fiscal» hasta que recobréis vuestro estado de armonía…
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Apuntes bibliográficos:
[1] RICHARD H. THALER y CASS R. SUNSTEIN “Un pequeño empujón (nudge): el impulso que necesitas para tomar las mejores decisiones en salud, dinero y felicidad”. Editorial Taurus, Madrid. 2009.
[2] SHOSANA ZUBOFF “La era del Capitalismo de la Vigilancia. La lucha por un futuro humano frente a las nuevas fronteras del poder”. Editorial Paidós. Barcelona. 2020.
He estado un rato pensando en el «empujoncito» con el que traduces «nudge». Yo lo había traducido como «toque». Ambas traducciones me parecen buenas, pero tienen connotaciones muy diferentes: el empujoncito evoca algo más o menos amable y positivo; el toque, una advertencia, cuidado con lo que haces.
Por eso pensé que en el contexto de tu artículo lo de «toque» quedaba mejor, hasta que poco a poco la ironía del empujoncito adquiría fuerza.
Gracias Francisco por tu comentario. La verdad es que, en relación a la traducción me he remitido al título de la versión en español de la obra original de Thaler y Sunstein que me sirve de referencia en el texto. Asimismo, la idea originaria de estos autores no es tanto dar un «toque» o advertencia, sino «motivar» o «incentivar» una determinada acción, es decir, que la persona se mueva en una dirección concreta. Un abrazo.
Desde e desencanto reiterado y el temor fundado al uso espurio de cualquier elemento de conocimiento y control de la realidad, solo nos queda rezar como la más eficaz alternativa frente al abuso que se avecina. Y la verdad, preferiría contar con algún elemento de defensa mejor, amén.
Gracias por tan interesante artículo.
Un saludo.
JA.
Acabo de suscribirme a este blog, por recomendación de un colega.
Que buenas y acertadas reflexiones las que haces, Emilio. Solo nos queda el amparo y el arropamiento que nos puedan brindar Jueces y Tribunales de Justicia.